En su libro Mares de Cocaína, la escritora Ana Lilia Pérez analiza cómo y por qué el tráfico marítimo de drogas se ha convertido en la forma más comúnmente utilizada por los grupos criminales latinoamericanos para traficar cocaína internacionalmente.
InSight Crime habló con Pérez sobre algunos de los aspectos más reveladores de su libro y acerca del impacto del narcotráfico marítimo sobre el crimen organizado en Latinoamérica. La autora también se refirió a las carencias de los países de la región para frenar la ola de tráfico marítimo y a la manera en que los gobiernos podrían combatir más eficazmente esta amenaza a la seguridad.
La magnitud del narcotráfico marítimo
Mares de Cocaína señala que entre el 70 y 80 por ciento de la cocaína consumida en todo el mundo se trafica en algún momento por el mar. Pérez le dijo a InSight Crime que calcula esta cifra basada en estadísticas de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD), llevando a cabo entrevistas con unidades de policía europeas y mediante investigación personal.
Suponiendo que ese porcentaje sea acertado, indica que el tráfico marítimo está profundamente integrado a las operaciones de los grupos narcotraficantes transnacionales en Latinoamérica. De hecho, se ha hablado mucho sobre el resurgimiento del narcotráfico en el Caribe en los últimos años, que a menudo es facilitado por barcos pesqueros o lanchas que pasan de isla en isla. En respuesta a esta amenaza creciente, en enero de 2015 Estados Unidos anunció el primer plan estratégico de este tipo para combatir el narcotráfico a través de este corredor marítimo.
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Sin embargo, menos atención ha recibido el presunto aumento significativo en el tráfico de drogas a lo largo de la costa pacífica. El libro señala que el Cartel de Sinaloa ostenta un férreo control sobre el Pacífico mexicano, y que puede cobrar “derecho de piso” (una tarifa que les permite a los narcotraficantes operar en determinadas áreas) en la costa occidental del país.
El aumento en el tráfico marítimo de cocaína ha sido previamente ilustrado por Ameripol, una asociación de las fuerzas policiales de la región, que en un informe de 2013 lo denomina como “la mayor amenaza del narcotráfico” en la región.
Dado que el tráfico marítimo ha aumentado y el mercado europeo ha crecido, los países costeros europeos, como Bélgica, han reportado grandes incrementos en la cantidad de cocaína incautada en los últimos años. En su entrevista con InSight Crime, Pérez señaló que este aumento en el narcotráfico transatlántico se debe a la combinación de dos factores: un saturado mercado de consumidores en Estados Unidos y mayores precios de la cocaína al por mayor en Europa.
Corrupción: principal facilitador del narcotráfico marítimo
Según Pérez, la corrupción que existe entre los agentes de fronteras marítimas y los funcionarios portuarios en países como México es uno de los factores principales para el aumento del tráfico marítimo de drogas.
“La corrupción es el motor que hace posible que el narcotráfico vía marítima vaya en expansión”, dijo Pérez.
La autora señala además que “Si no hubiese corrupción, no seria posible que las drogas entraran incluso en países que oficialmente tienen los niveles mas bajos de corrupción”.
Según Pérez, funcionarios corruptos en México han facilitado el trabajo de los carteles, suministrándoles información de inteligencia obtenida de la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA por sus iniciales en inglés), la cual identifica naves cargadas de droga. Los grupos de narcotráfico transnacional no limitan su ámbito de influencia solo a Latinoamérica. Pérez indicó que se han visto casos de funcionarios alemanes que han sido corrompidos por los carteles mexicanos.
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Sin embargo, en muchos países, es la falta de recursos en los puertos, más que la corrupción, la que está impulsando el narcotráfico marítimo. La gran cantidad de mercancías transportadas legalmente por vía marítima a Estados Unidos hace imposible inspeccionar un gran porcentaje de los contenedores que llegan a sus costas diariamente (pdf). Los recientes déficits presupuestarios también han impactado negativamente la capacidad de los militares estadounidenses para combatir el narcotráfico marítimo.
Además, Pérez dice que los grupos de crimen organizado en Latinoamérica tienden a usar cada vez más las rutas marítimas, debido, en parte, a la permanente represión que las fuerzas de seguridad ejercen sobre el narcotráfico terrestre y aéreo en la región.
Recomendación de política para Latinoamérica: hacia un modelo europeo
Según Pérez, la incapacidad de algunos países latinoamericanos para coordinar estrategias multilaterales para combatir el tráfico marítimo es otro factor clave para su aumento.
“La supuesta guerra contra las drogas en México fracasa porque no hay coordinación global en el tema del combate al tráfico marítimo de drogas”, dijo Pérez.
Pérez sugirió que una mayor cooperación y labores de inteligencia compartidas entre los gobiernos de la región, como ocurre en Europa, permitiría avanzar en la lucha contra el narcotráfico marítimo. Por ejemplo, El Centro de Análisis y Operaciones Marítimas en materia de Narcotráfico, con sede en Lisboa, Portugal, es una iniciativa compuesta por siete países de la Unión Europea, que “apoyan, planean y realizan operaciones para interceptar las drogas ilegales” que transitan por vía aérea o marítima en la región.
Sin embargo, tal esfuerzo integrado de interdicción puede resultar más difícil de aplicar en Latinoamérica, donde los lazos políticos no son tan fuertes como en la Unión Europea. Las divergentes posiciones políticas en cuanto al consumo de drogas probablemente tendrían que ser allanadas antes de que los gobiernos de la región puedan llegar a un consenso sobre la manera de utilizar sus recursos en la lucha contra el narcotráfico.