La tregua unilateral convocada por los guerrilleros colombianos en Navidad terminó con muy pocas, pero contundentes violaciones, lo que sugiere que la dirección de la guerrilla sigue viendo que sus órdenes se obedecen en su mayor parte, pero que el riesgo de la fragmentación es real.
En La Habana, los negociadores de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) dijeron el 15 de enero que habían cumplido con su promesa de hacer cumplir el cese al fuego, y que durante un mes completo y desde el 15 de diciembre, los guerrilleros se habían abstenido de realizar cualquier acción agresiva. Y mientras el ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, fiel a su estilo, declaró que el "grupo terrorista no es capaz de cumplir ni con su propia palabra", la realidad es que hubo entre cuatro y doce violaciones al cese al fuego durante el mes, dependiendo de a quién le crea.
Esta es una hazaña impresionante si se recuerda que las fuerzas armadas no sólo continuaron sus ofensivas, sino que en algunos lugares, como Arauca, de hecho ellos las intensificaron.
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Incluso los críticos más duros de las FARC entre las ONGs, como el Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos (CERAC), con sede en Bogotá, admitieron que hubo una "caída en picada" en las acciones de los guerrilleros, con las FARC siendo las responsables de sólo dos muertes durante el mes. CERAC registró 12 acciones de las FARC en el mes, las cuales constituyeron violaciones a la tregua. CERAC cree sin embargo que este número de violaciones revela que la dirección de las FARC "no tiene el control total sobre sus fuerzas en el terreno".
Es ingenuo pensar que cualquier organización militar podría garantizar la total obediencia de sus tropas, por no hablar de un ejército guerrillero disperso que tiene muchos miembros con poco entrenamiento. Uno puede mirar a algunos de los ejércitos mejor entrenados del mundo, como los desplegados actualmente en Afganistán, y ver que las violaciones disciplinarias ocurren a menudo y resultan en la pérdida de vidas. Que los guerrilleros, en cara a los ataques que se produjeron durante todo el mes por parte de las fuerzas de seguridad, sólo cometieran hasta 12 violaciones identificadas, es un testimonio de su disciplina y cohesión.
Sin embargo, hubo un frente en Antioquia que descaradamente violó la tregua, como lo hizo en 2012, pero se hablará más sobre esto más adelante.
Análisis de InSight Crime
Las FARC habían, por segundo año consecutivo, hecho un llamado al cese al fuego unilateral. A finales de 2012, el cese al fuego se dio por dos meses. Esta vez fue sólo un mes. El objetivo de la guerrilla detrás del cese al fuego unilateral era el mismo: provocar que el gobierno aceptara un cese al fuego bilateral.
La guerrilla necesita desesperadamente de esto por una variedad de razones:
1. Para restablecer el mando y el control sobre algunos de los frentes más remotos que no han visto a un alto comandante de las FARC, por no hablar de un miembro del Secretariado, compuesto por siete hombre, por más de una década.
2. Para rotar algunos de los comandantes que no han sido, o no se les ha probado su lealtad.
3. Para asegurar que el dinero llegue hasta las arcas del Secretariado. Muchos comandantes de frentes, sin saber lo que está pasando en La Habana, y esperando a ver en qué dirección sopla el viento, se han quedado con el dinero, y no han entregado las cuotas previstas a los comandantes del bloque, que luego llegan al Secretariado.
4. Para decirle a los comandantes guerrilleros locales lo que está pasando en La Habana, cuáles son las perspectivas de paz, y qué es lo que pueden esperar si un acuerdo llega a ser firmado. El temor, no sólo del gobierno, sino también del alto mando guerrillero, es que aún si se firma un acuerdo, el comandante en jefe, Rodrigo Londoño Echeverri, alias " Timochenko", no será capaz de vendérselo a muchos miembros de las filas de la guerrilla.
De hecho, darle a las FARC un cese al fuego bilateral le permitiría a los guerrilleros reparar gran parte del daño, hecho en la última década, a su sistema de mando y control, algo sobre lo cual son muy conscientes los militares. En el pasado, las FARC han utilizado el cese al fuego para fortalecerse militarmente y hay pocas razones para creer que lo mismo no volvería a suceder. Y por esta razón, así como el constante ataque político sobre el proceso iniciado por el expresidente Álvaro Uribe, el presidente Juan Manuel Santos tiene poco margen de maniobra en el tema de un cese al fuego bilateral.
Fuentes de alto rango dentro del ejército dijeron a InSight Crime que aunque se haya dado una orden de explorar las posibilidades de un cese al fuego, el presidente Santos ha logrado mantener a los generales a un lado prometiéndoles que no va a haber ningún alto el fuego bilateral hasta que el proceso de paz haya llegado a un punto decisivo.
Para volver a la unidad de las FARC en Antioquia. El Frente 36, bajo el mando de Ovidio Antonio Mesa Ospina, alias "Anderson", estuvo involucrado en una evidente violación del cese al fuego en 2012. Esta vez hubo tres violaciones. La primera fue el ataque contra un helicóptero de la policía en Briceño, Antioquia, el 23 de diciembre de 2013, poco más de una semana después del último cese al fuego, dejando dos policías heridos. Los mismos guerrilleros también podrían haber sido los responsables del derribo de otro helicóptero en el vecino municipio de Anorí, el 11 de enero de 2014, en el que murieron cinco soldados.
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Anderson es el candidato perfecto para cualquier fragmentación de las FARC. Su Frente 36 gana hasta US$9 millones al mes producto del narcotráfico, la minería de oro y la extorsión, mucho más de lo que necesita para operar. También trabaja con los Urabeños, un grupo de tráfico de drogas de nueva generación nacido de enemigos declarados de los guerrilleros, los paramilitares de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), que se desmovilizaron en 2006. También hay investigaciones en curso, por parte de la policía colombiana, sobre la evidencia de que el Frente 36 está en contacto directo con organizaciones internacionales de tráfico de drogas y está exportando cocaína, tal vez a través del Frente 57, que controla la selvática frontera con Panamá y tiene acceso a los Océanos Atlántico y Pacífico.
Las FARC se las arreglaron para hacer cumplir un cese al fuego creíble, pero es claro que líderes tales como Anderson están dispuestos a violar las órdenes de sus superiores si éstas amenazan sus intereses comerciales.