InSight Crime analiza los cambios en las tendencias del cultivo de coca en 19 departamentos de Colombia, con base en las estimaciones más recientes de Estados Unidos; buscando arrojar luz sobre las diferentes dinámicas en este sentido, dado que la producción de cocaína en el país ha alcanzado máximos históricos.
Las recientes cifras del gobierno de Estados Unidos obtenidas por InSight Crime ubican al departamento de Nariño, en el Pacífico colombiano, en el primer lugar en cuanto al cultivo de coca en toda Colombia, arrebatándole el lugar al departamento de Norte de Santander, en la frontera con Venezuela.
Nariño, que era el tercer cultivador en 2015, presentó un aumento del 52 por ciento en la cantidad de hectáreas de coca estimadas en 2016, alcanzando un total de 39.500 hectáreas. Esto representa el 21 por ciento del total nacional, que aumentó en casi una quinta parte en 2016, llegando a más de 188.000 hectáreas.
El principal productor de cocaína en 2016, sin embargo, fue Cauca, vecino de Nariño en la costa del Pacífico. Entre estos dos departamentos se producen unas 300 toneladas métricas de cocaína, es decir, más del 40 por ciento del total nacional.
Análisis de InSight Crime
Este pico histórico en el comercio de cocaína en Colombia ha correspondido con la realidad de las diversas regiones del país. Además, este hecho planteará obstáculos para la construcción de la paz en un momento en que el país entra en una nueva fase de su largo conflicto armado.
El año pasado, en el departamento con mayor producción de coca en Colombia, Nariño, se presentó una batalla sin cuartel por los valiosos territorios de producción de droga. Además de sus abundantes cultivos de coca, la intrincada red de ríos de la región, los cientos de laboratorios de producción de drogas y su extenso litoral sobre el Pacífico contribuyen a su papel como una plataforma para el envío de drogas hacia Estados Unidos.
Estos factores han hecho de Nariño un territorio apetecido por los grupos criminales que buscan expandir su influencia y sus ganancias. Aunque esta zona y sus economías criminales estuvieron durante años bajo el estricto control de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), la retirada de los guerrilleros tras la firma de un histórico acuerdo de paz con el gobierno colombiano ha dejado disponible una gran parte de este estratégico territorio. Poderosas organizaciones a nivel nacional, al igual que nuevos grupos —algunos de los cuales han desertado de las FARC—, están aprovechando la desmovilización de la guerrilla para apoderarse de estos territorios.
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Uno de los factores que promueven la producción de coca en lugares como Nariño y su vecino, Cauca, es que los actores criminales han estado presionando a los cocaleros para que aumenten los cultivos. En el caso de las FARC, se ha especulado que la guerrilla ha promovido el aumento en los cultivos con el fin de acumular fondos, previendo su eventual desmovilización.
Una aguda disminución en la erradicación manual y aérea en todo el país —de un pico de 230.000 hectáreas en 2008 a menos de 18.000 hectáreas en 2016— también ha reducido los riesgos percibidos por los agricultores, lo que ha aumentado sus incentivos para cultivar la planta.
Otro asunto crucial que facilita la proliferación de la droga en lugares como Nariño y Cauca es el hecho de que una gran cantidad de cultivos se ubican en territorios protegidos por encontrarse en reservas indígenas. En dichos lugares la erradicación forzosa es más difícil, pues las autoridades enfrentan un mayor número de obstáculos en sus operaciones.
Una región que tiene muchas características atractivas para el narcotráfico, pero donde sorprendentemente no se han presentado aumentos en la producción de coca como en otros departamentos, es el Valle del Cauca. También ubicado en el Pacífico, este departamento tiene cualidades similares a las de Nariño y es uno de los puertos más activos del país. El hecho de que en el Valle no se haya presentado un auge de la coca se podría explicar, al menos en parte, porque el área donde se concentra la mayor parte de los cultivos, el municipio de Buenaventura, no ha recibido prioridad dentro de los proyectos de desarrollo de "posconflicto", los cuales pretenden crear nuevas oportunidades económicas en lugares históricamente afectados por el conflicto. Se ha especulado que los grupos armados han alentado a los campesinos a cultivar más coca para recibir dichos beneficios. Sin embargo, en ausencia de tales promesas, es menos probable que éste sea un factor.
En el departamento de Chocó, el control de los actores armados en las comunidades rurales quizás ha tenido un efecto más inhibitorio sobre la industria de la coca, y las estimaciones de cultivo disminuyeron levemente en el año 2016, después de un aumento del 44 por ciento el año anterior. Hay partes de este departamento donde existe un fuerte enfrentamiento entre grupos ilegales que buscan expandirse. Ello probablemente ha llevado a desestabilizar el tráfico de drogas a tal punto que ha impedido el crecimiento en los cultivos, cuyas semillas suelen ser proporcionadas por los propios actores armados locales.
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Como InSight Crime lo ha observado, la costa Pacífica colombiana puede estar ganando importancia en el comercio internacional de drogas, una tendencia que puede estar siendo impulsada por el crecimiento en la producción de coca en general.
Se aprecia una tendencia diferente en Antioquia, donde la dinámica de la coca ha estado estrechamente vinculada a la industria del oro. Muchos cocaleros de la región cambiaron de actividad para dedicarse a la minería, dado que los precios internacionales del oro se dispararon desde el año 2008, y a su vez el departamento se enfocó en la lucha contra el comercio ilegal de drogas. Pero ahora el proceso se ha invertido, y en la región se ha presentado un mayor crecimiento en los cultivos de coca, dado que el precio del oro se desplomó y el departamento comenzó una intensa campaña contra la minería informal.
Otra área que es necesario observar es la de los Llanos Orientales, que incluye los departamentos de Meta, Arauca, Casanare y Vichada, donde, según estimaciones de Estados Unidos, se han presentado grandes aumentos en la producción de coca. En contraste, datos de las Naciones Unidas en 2015 —que son utilizados por el gobierno colombiano— muestran que esta región ha experimentado una tendencia descendente significativa en los cultivos en los últimos años. La organización de Los Urabeños parece estar incursionando cada vez más en este codiciado territorio para el tráfico de drogas, donde se asientan varias redes criminales.
Cabe señalar que las estimaciones de Estados Unidos parecen tener algunas discrepancias. Cauca, por ejemplo, produce más cocaína que otros departamentos con más cultivos de coca, mientras que en Putumayo se presentó un aumento en la producción estimada de cocaína, a pesar de una disminución en los cultivos de coca en el mismo año, según los datos de Estados Unidos.
Una posible razón de esto son los diferentes niveles de madurez de las cosechas en cada región. Las plantas producen más cocaína cuando tienen más tiempo para crecer. Entonces es posible que las cifras de Estados Unidos hayan sido ajustadas teniendo esto en cuenta. También puede ser que Estados Unidos esté teniendo en cuenta las técnicas empleadas por los productores de drogas para aumentar la producción de cocaína a partir de las hojas de coca. De hecho, los criminales colombianos se han vuelto tan expertos en la optimización de la productividad, que pueden incluso estar compartiendo sus técnicas con otros países andinos.