El gobierno colombiano afirma haber obligado a la principal organización criminal del país a salir de la remota región de los Llanos Orientales, pero el valor estratégico de la zona como centro de producción y tráfico de cocaína implica que otros actores criminales puedan tratar de llenar el vacío.
El ministro de defensa Luis Carlos Villegas declaró en una entrevista por radio el 23 de agosto que la organización narcotraficante más poderosa de Colombia, Los Urabeños, había sido obligada a salir de los Llanos Orientales, una vasta franja de territorio con un rol central en el crimen organizado nacional y transnacional.
Villegas señaló que las autoridades habían desmantelado "la presencia y el liderazgo" de Los Urabeños en los Llanos Orientales luego de la captura de varios mandos medios en la zona.
"Esta es una gran noticia para los comerciantes, agricultores y trasportadores de esta región, porque la principal misión de este grupo armado era la extorsión y en segundo lugar, el narcotráfico", comentó Villegas.
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En los últimos cuatro meses, fuerzas del gobierno han abatido a por lo menos cuatro comandantes de Los Urabeños en los Llanos.
En abril de 2016, las autoridades capturaron a Edrile Romero Palomeque, alias "Negro Andrés", quien presuntamente había sido enviado pocos meses antes a la zona por el comandante mayor de los Urabeños Dairo Antonio Úsuga, alias "Otoniel", para asumir el control de las actividades extorsión y narcotráfico.
Poco después de la captura de Negro Andrés, su sucesor, Gonzalo Oquendo Urrego, alias "Mona", fue supuestamente abatido por las fuerzas de seguridad en una operación en el mes de junio. Y el 20 de agosto, las autoridades detuvieron al sucesor de La Mona, Roberto Carlos Osten Mestra, alias "Navarro". Según agentes de inteligencia de la policía, los jefes de los Urabeños habían reubicado a Navarro en los Llanos Orientales para que armara a los combatientes y estableciera relaciones con una organización criminal conocida como los "Puntilleros", llamados así por el apodo del capo criminal detenido hace poco, Óscar Mauricio Pachón Rozo, alias "Puntilla". Los Puntilleros aluden a elementos de dos grupos también conocidos como los Libertadores del Vichada y el Bloque Meta, fragmentos de la extinta organización paramilitar Ejército Revolucionario Popular Antiterrorista Colombiano (ERPAC).
Días después del arresto de Navarro, un sospechoso de trabajar para Los Urabeños, identificado con el alias de "Carrillo", fue detenido en los Llanos Orientales junto con un pequeño contingente de otros presuntos integrantes de Los Urabeños. Las autoridades dijeron que el grupo de Carrillo había cubierto de grafitis varios edificios de la ciudad de Villavicencio, en el departamento oriental de Meta, con el mensaje, "AGC llegamos para quedarnos", en referencia a las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC), nombre con el que Los Urabeños llaman a su organización.
Análisis de InSight Crime
Es probable que la afirmación del gobierno colombiano de una expulsión definitiva de Los Urabeños de la región de los Llanos sea exagerada. Pero la reciente serie de operativos exitosos contra la jefatura del grupo en la zona plantea muchas preguntas sobre el futuro del escenario criminal regional.
Históricamente, el escenario criminal en Colombia se ha dividido en tres áreas claves: la región Pacífica al occidente, la región Caribe al norte, y la más aislada región de los Llanos Orientales. Numerosos grupos criminales y frentes guerrilleros se han asentado en los llanos, deshabitados en su mayor parte, estableciendo corredores hacia la vecina Venezuela y ejerciendo control sobre los abundantes cultivos de hoja de coca y los laboratorios de cocaína. Parte central de esta dinámica ha sido una sucesión de poderosos mandos medios que en su momento crearon amplias redes de narcotráfico en la zona.
Antes de su muerte en 2010, el principal jefe criminal de los Llanos era Pedro Oliverio Guerrero, alias "Cuchillo", jefe paramilitar fundador del ERPAC. El grupo se financiaba con el tráfico de estupefacientes en alianza con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y Daniel "El Loco" Barrera, quien en ocasiones ha sido calificado como el mayor capo de la droga en Colombia desde Pablo Escobar.
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Desde la muerte de Cuchillo, sin embargo, los Llanos han estado esencialmente vacantes para un nuevo jefe, aunque una serie de "capos" han ido y venido a lo largo de los años.
Por un tiempo, "El Loco" Barrera se las arregló astutamente para controlar una amplia red de aliados criminales, que incluían a guerrilleros y exparamilitares, hasta su arresto en 2012 y su posterior extradición a Estados Unidos.
Otro de los capos que asumió el poder después de Cuchillo fue Martín Farfán Díaz González, alias "Pijarbey" (o "Pijarvey"), quien lideraba los Libertadores del Vichada, facción disidente del ERPAC, que se desmovilizó en 2011. Él cayó muerto en un enfrentamiento con la policía en septiembre de 2015.
Algunos informes señalan que tras la captura de Barrera, importantes activos de producción y tráfico de estupefacientes en el oriente colombiano pasaron a las manos de un criminal poco conocido, alias "Puntilla" Pachón.
Se decía de Pachón que había trabajado con los carteles de Cali y Medellín antes de crear su empresa criminal en los Llanos Orientales, donde tenía como socios a Barrera y Pijarbey. Al caer sus aliados, Pachón amplió su control hacia el oriente hasta que también fue capturado en febrero de 2016.
Ahora parece que con la caída del último de los capos, el caos vuelve a los Llanos Orientales. Las fuerzas de seguridad están dando de baja a los comandantes de los Libertadores del Vichada uno tras otro. Y el grupo que durante décadas había sido el principal poder militar en los Llanos, el bloque Oriental de las FARC, se está preparando para desmovilizarse luego de un acuerdo de paz con el gobierno colombiano.
"No hay un capo que domine toda el área. No hay estructura dominante", comentó el consultor en seguridad John Marulanda a InSight Crime.
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Según Marulanda, la ausencia histórica de instituciones del Estado en los Llanos Orientales podría exacerbar una fragmentación violenta del panorama criminal una vez que las FARC entreguen las armas. Se espera que un gran número de guerrilleros se nieguen a desmovilizarse y se queden en el campo. De hecho, los Llanos Orientales son sede del primer frente de las FARC que se negó abiertamente a acatar el resultado de las negociaciones de paz. Y es seguro que otros grupos intentarán abrirse paso en el área.
Pese a las afirmaciones del gobierno colombiano en lo que respecta al desmantelamiento de la presencia de Los Urabeños en los Llanos, es posible que el grupo pronto se imponga como uno de los principales poderes regionales. Aunque la sucesión de arrestos recientes pueda hacer creer que las incursiones del grupo en el turbulento Este son una novedad, en realidad la presencia de los Urabeños en la región se remonta a sus orígenes.
En la actual agitación, los Llanos Orientales parecen abocados a convertirse en una de las regiones más problemáticas del tan anunciado “postconflicto”. Con la reorganización de la dinámica del poder, el gobierno colombiano tendrá que intensificar sus esfuerzos para establecer el control sobre un territorio sin ley, o de lo contrario un nuevo capo lo hará.