Un nuevo testimonio del hermano del presidente de Honduras Juan Orlando Hernández sobre sus nexos con el narcotráfico pone cada vez más en entredicho la negativa del mandatario respecto de su conocimiento de dicha actividad criminal. Sin embargo, aún está por verse si esto tendrá un impacto en las élites del país.
En un testimonio desclasificado recientemente, tomado por un agente de la Administración para el Control de Drogas de Estados Unidos (DEA por sus siglas en inglés) en noviembre de 2018, el exdiputado hondureño Juan Antonio “Tony” Hernández admitió que conocía y que interactuó con varios reconocidos narcotraficantes y que esas personas le ofrecieron sobornos.
En un caso, un miembro del clan Valle, en su momento uno de los grupos criminales más boyantes de Honduras, le ofreció armas, caballos, helicópteros y grandes sumas de dinero a Tony Hernández en un intento por designar miembros a la Asamblea Nacional que evitaran la extradición de miembros del grupo a Estados Unidos, entre otros.
“Hablé una sola vez con él [un cómplice de los Valle] por teléfono... me dijo que me ofrecía helicópteros... que él lo que quería era tener gente en el Congreso para poder... para poder manejar obviamente, pues el tema de las extradiciones y todo eso”, afirmó Tony Hernández.
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Entre los capos y grupos con los que Tony Hernández tenía relación se encuentan Víctor Hugo Díaz Morales, alias “El Rojo”, poderosa figura del hampa, quien fue arrestado en Ciudad de Guatemala en marzo de 2017; los líderes de los Cachiros, Javier Eriberto Rivera Maradiaga, alias “Javier Cachiro”, y su hermano Devis Leonel Rivera Maradiaga; los jefes de los Valle, Miguel Arnulfo Valle Valle, alias “Colocho”, y su hermano menor Luis Alfonso. También se encuentra en la lista Mario José Cálix Hernández, exalcalde de Gracias en el departamento de Lempira, occidente de Honduras, a quien las autoridades acusaron hace poco de transportar cocaína a Estados Unidos, y a quien Tony Hernández acusó de ser la “mano derecha” de El Rojo, según su declaración.
Las autoridades estadounidenses aprehendieron a Tony Hernández en noviembre de 2018 por delitos de drogas y armas. Ellos sostienen que el exdiputado era un “narcotraficante a gran escala”, que ayudó a algunos de los traficantes más poderosos de la región a trasegar cargamentos de cocaína por varias toneladas —algunos de los cuales tenían las iniciales “TH” grabadas— a Estados Unidos por más de una década.
Las autoridades alegan que el hermano del presidente ayudó en el procesamiento, recepción, transporte y distribución de narcóticos, especialmente a través del departamento de Olancho y la región de La Moskitia, principal corredor de narcotráfico en Honduras— recurriendo a conexiones con policías corruptos y políticos locales del Partido Nacional.
Aun antes de eso, Tony Hernández fue declarado “persona de interés” en una investigación por narcotráfico en Estados Unidos, en la que estaba implicado el jefe del cartel del Atlántico Wilter Neptalí Blanco Ruiz, en 2016.
Blanco fue presuntamente el hombre de avanzada de Tony Hernández para el control de las economías criminales, que iban desde el tráfico de drogas hasta el de madera, además de la supervisión de algunas narcopistas de aterrizaje en el departamento de Olancho, según un antiguo miembro de la Fuerza Nacional de Seguridad Interinstitucional (FUSINA), de Honduras, quien habló con InSight Crime con la condición de que su identidad se mantuviera en el anonimato.
Análisis de InSight Crime
El detallado conocimiento que tenía Tony Hernández de algunos de los narcotraficantes más reconocidos de Honduras hace cada vez más difícil que el presidente Hernández niegue haber tenido noticia de esas acciones.
Pero aún queda por verse si las recientes revelaciones traerán alguna consecuencia. Las últimas noticias se conocen en medio de una creciente incertidumbre por la cruzada anticorrupción en Honduras.
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El jefe de la Misión de Apoyo contra la Corrupción y la Impunidad en Honduras (MACCIH), Luiz Antonio Guimaraes Marrey, anunció recientemente que dimitirá en junio.
Esto se conoce apenas un año después de su posesión, luego de la inesperada renuncia de su predecesor, Juan Jiménez Mayor, por causa de lo que calificó como falta de apoyo de la Organización de Estados Americanos (OEA), institución matriz del organismo.
Y la administración Hernández se han concentrado en las pandillas violentas del país, en lugar de poner coto a la corrupción rampante que ha rodeado a las élites.
Sin director y con su mandato pronto a expirar a fines de este año, el futuro de la MACCIH sigue siendo incierto.
Para complicar aún más las cosas, el presidente Hernández es uno de los mayores aliados regionales de Estados Unidos en Latinoamérica. Solo el año pasado, varios altos funcionarios estadounidenses se reunieron con el presidente Hernández para reforzar la “estrecha colaboración” de los dos países y su supuesto compromiso de combatir la corrupción.
Sin embargo, la “evidencia del aumento de la corrupción generalizada y la criminalidad de la administración Hernández se está haciendo cada vez más difícil de ignorar”, según Christine Wade, experta en Centroamérica y profesora de ciencia política en el Washington College.
“El principal ‘aliado’ regional [de Estados Unidos] es un verdadero narcoestado”, añadió Wade. “Como mínimo, eso debería dar pie al Congreso estadounidense de revaluar la ayuda y la asistencia a Honduras, pero no cabe duda de que se esperaría que [el Departamento de Estado estadounidense] se replantee esta relación”.
*Este artículo fue redactado con la colaboración del investigador de InSight Crime Héctor Silva Ávalos.