Varias interceptaciones recientes asociadas al tráfico de migrantes en la frontera entre Costa Rica y Nicaragua ilustran en qué medida grupos clandestinos e individuos siguen operando entre ambos países a pesar de las restricciones a la movilidad por la pandemia de coronavirus.
A continuación, InSight Crime explora cómo el tráfico de migrantes sigue planteando un dilema a ambos lados de la frontera.
Flujos incesantes durante la pandemia
El 4 de enero, el Ministerio de Seguridad Pública de Costa Rica anunció dos capturas hechas por las autoridades en casos distintos de tráfico de personas por medio de la porosa frontera norte que el país comparte con Nicaragua.
Los funcionarios revelaron que pusieron en custodia a un nicaragüense con residencia permanente en Costa Rica al ser sorprendido transportando a cinco compatriotas suyos que habían cruzado ilegalmente al país por un paso clandestino. El sospechoso presuntamente cobró 10.000 colones (cerca de US$16) a cada uno de los migrantes por llevarlos de una hacienda en Santa Elena, Nicaragua, al centro de Santa Cecilia, pequeño distrito ubicado en el cantón de La Cruz, provincia de Guanacaste, Costa Rica.
Según el Ministerio de Seguridad, la policía de fronteras detuvo a un segundo sospechoso en el mismo distrito, cuando lo encontraron transportando a un nicaragüense que había ingresado al país de manera ilícita. El migrante afirmó que antes en Nicaragua lo había abordado un desconocido y le prometió llevarlo a Costa Rica por la suma de 35.000 colones (poco menos de US$57).
Antes y durante la pandemia, los coyotes, término con el que se conoce a los traficantes de personas, han trabajado conduciendo a nicaragüenses indocumentados a Costa Rica. También se sabe que estas personas ayudan a los migrantes a conseguir posteriormente citas para solicitar refugio y así legalizar su residencia en el país, según un informe publicado en 2020 por la Fundación Arias para la Paz y el Progreso Humano, con el título Las caras del exilio nicaragüense: expulsados y vulnerabilizados.
VEA TAMBIÉN: Secuestros políticos en Nicaragua continúan sin control
El informe reconoce que los piratas —grupos de transportistas que levan a personas indocumentadas ya en territorio costarricense, y les ayudan a pasar los retenes policiales— también participan en el proceso de contrabando.
Ana Yancy Espinoza, directora académica de la Fundación Arias para la Paz y el Progreso Humano, comentó a InSight Crime que muchos migrantes ven el pago a los coyotes del mismo modo en que ven cualquier otro servicio: como una transacción benéfica si el precio es “razonable” o como un servicio del que no sacan provecho si el precio es desproporcionadamente alto o si los roban en el trayecto.
La conexión caribeña
La actividad ilícita en la frontera norte de Costa Rica se extiende mucho más allá que el tráfico de migrantes nicaragüenses por parte de los coyotes.
En lugar de ello, en la porosa frontera los traficantes ejecutan operaciones en doble vía, pues grupos criminales asisten a migrantes indocumentados de países como Cuba y Haití a viajar ilegalmente de Costa Rica hacia Nicaragua, y finalmente hacia Estados Unidos.
El mes pasado, la policía migratoria de Costa Rica reveló que las autoridades desmantelaron una red criminal dedicada al tráfico de migrantes desde y hacia este país por su frontera norte, y detuvieron a 10 sospechosos en la ciudad fronteriza de Upala.
El medio La Nación informó que los coyotes de ese grupo habían estado ayudando a cubanos a ingresar de manera ilícita a Nicaragua. La red supuestamente usaba casas de seguridad para ocultar a los migrantes en Costa Rica antes de conducirlos hacia el norte por pasos fronterizos clandestinos en Los Chiles y Upala, un proceso que se facilitaba con las capacidades de contrainteligencia del grupo.
Ya en julio de 2019, funcionarios costarricenses anunciaron que gracias a una iniciativa conjunta con las autoridades panameñas, habían capturado a 36 personas que habían creado un grupo dedicado al tráfico ilícito de migrantes de Cuba, Haití, Asia y África.
Según el jefe de la policía migratoria de Costa Rica, Stephen Madden, los migrantes generalmente volaban a Brasil, Perú, Ecuador o Colombia antes de que los integrantes de la red los llevaran por tierra hasta Costa Rica pasando por Panamá.
Los coyotes estacionados en la frontera norte de Costa Rica los guiaban a Nicaragua, desde donde viajaban a Honduras o Guatemala. Se informó que la red cobraba a estas personas entre US$7.000 y US$20.000 por este servicio.
Yancy reveló que quienes viven cerca de la frontera asocian fuertemente el tráfico de migrantes en dirección norte desde fuera de Centroamérica con el crimen organizado. Agregó que los locales habían denunciado cómo habían visto que los migrantes llevaban pulseras y escarapelas en el trayecto para demostrar qué agrupación criminal estaba a cargo de ellos.
Corrupción y cruces fronterizos
A comienzos de enero, el Ministerio de Seguridad de Costa Rica señaló que en 2020 las autoridades hicieron 70 capturas asociadas al tráfico de personas. Solo cuatro de esas interceptaciones se hicieron alrededor de la frontera norte del país.
Quienes son declarados culpables de tráfico de migrantes en la frontera o dentro del país por lo general reciben sentencias de dos a seis años de prisión, o hasta ocho años en casos más graves, según representantes del gobierno.
Pero Yancy confirmó a InSight Crime que la judicialización de esos actos es prácticamente imposible, en especial cuando no hay una denuncia formal, como ocurre en la mayoría de los casos.
VEA TAMBIÉN: La ruta migrante que conecta Asia con América
En los primero días de enero, el ejército nicaragüense informó que entre el 19 de diciembre de 2020 y el 3 de enero de 2021 había detenido a 37 migrantes en su intento de cruzar ilegalmente desde Costa Rica por una ruta marítima bien establecida. Según La Prensa, los migrantes —que al parecer venían de diversos países, incluidos Haití, Yemen y República Dominicana— habían sigo conducidos por un coyote nicaragüense.
A pesar del despliegue publicitario y de los esfuerzos de ambos países para impedir el tráfico de migrantes, se sabe que los coyotes pagan directamente a las autoridades en Costa Rica y también en Nicaragua para facilitar el tránsito ilícito de los migrantes, según el informe de la Fundación Arias.
El estudio advertía que también se conocía que miembros del ejército nicaragüense servían de guía en los pasos ilícitos y advertían a los coyotes sobre la presencia de policía de Costa Rica al otro lado de la frontera.
¿Vale la pena el riesgo?
A pesar de la pandemia de coronavirus, el tráfico de migrantes entre Costa Rica y Nicaragua no ha parado de crecer.
Muchos nicaragüenses siguen intentando escapar por cualquier medio posible de la actual crisis sociopolítica que se vive en su país y de las amenazas de seguridad que ella conlleva.
Por otro lado, el tráfico de migrantes en dirección norte desde el Caribe, África y Asia, cuyo trayecto pasa por Costa Rica hacia Nicaragua refleja una tendencia más amplia, observable en toda Latinoamérica.
Los coyotes parecen seguir contando con varias rutas abiertas en sus esfuerzos por crear pasos clandestinos, no importa en qué dirección se muevan los migrantes. En 2020, la Fundación Arias detalló cómo podían encontrarse 51 cruces fronterizos clandestinos entre Costa Rica y Nicaragua.
Lejos de provocar una restricción total de movimientos en la frontera norte de Costa Rica, la pandemia de coronavirus no ha tenido mayores implicaciones para los coyotes que operan en ambas direcciones.