El más importante botadero de basura en Venezuela se ha convertido en un territorio sin ley donde los desperdicios alimentan una lucrativa y creciente industria criminal. Lo que demuestra cómo a pesar de la grave crisis económica que vive el país suramericano, los criminales venezolanos encuentran nuevas oportunidades de negocios ilícitos.
El relleno sanitario La Bonanza (depósito de desperdicios cercano a Caracas), en el estado Miranda, no solo huele a basura; también exhala la contaminación a extorsión, robo de vehículos, homicidio, tráfico de droga y secuestro.
Con un área de 180 hectáreas de extensión, que a diario procesa cuatro millones de kilos de desechos y recicla 800.000 kilos mensuales, La Bonanza es también una fuente de subsistencia. Entre comida descompuesta, latas, bolsas, piezas de aluminio, papeles, botellas de vidrios o plásticas y escombros, existe un submundo, conformado por unos 70 hombres, que se ganan la vida con lo que otros desechan.
Se trata de la poderosa megabanda "El Buitre", que vive de la basura y acumula una riqueza en dólares, según revelaron a InSight Crime fuentes policiales en Valles de Tuy, estado Miranda, donde el vertedero más grande del país se ha convertido en guarida y centro de operaciones de este grupo criminal.
Esta organización construyó una especie de búnker con barreras de protección vial, que funcionan como escudo cuando deben enfrentarse a la policía. Este lugar también es utilizado para esconder a víctimas de secuestros y carros robados, para luego pedir dinero por su rescate.
La pelea por la basura es a muerte. Allí el papel, el cartón, el aluminio, el cobre y el plástico son la materia prima que alimenta una naciente economía criminal en Venezuela. Un negocio muy lucrativo en el que los trabajadores del vertedero son explotados y obligados a trabajar para la organización criminal. De lo contrario, son expulsados del basurero o pagan con su vida la desobediencia.
“Damos un porcentaje de lo que recolectamos y cuando hallamos entre la basura cosas de valor, debemos entregárselas, pues desde muy cerca nos vigilan los subalternos de la banda. En una oportunidad reuní gran cantidad de cobre y esta gente (los miembros de la organización) me querían dar el 10 por ciento de su valor real; me opuse y recibí como respuesta un tiro en la pierna; luego me quitaron la mercancía”, contó a InSight Crime un recolector, quien pidió omitir su identidad por razones de seguridad.
La víctima estuvo dos meses en cama y para regresar a La Bonanza, desesperada porque no conseguía otro medio para obtener ingresos, fue obligado a pedirle permiso y perdón al "pran" (denominación jerárquica que se le da al líder del grupo). “La próxima vez, no la vuelves a contar”, le advirtió el mandamás.
Una banda con alto poder de reciclaje
Los jefes de esta banda viven en sectores populares de los Valles del Tuy, y en barrios de Caracas, pero utilizan La Bonanza para planificar acciones delictivas.
Los cerca de 70 hombres que conforman la banda están equipados con armas de alto calibre como fusiles Ak-47, AR-15, subametralladoras, granadas de fragmentación y pistolas calibre 9 milímetros.
En 2017 las autoridades emprendieron la búsqueda del cabecilla de la banda y, en mayo de ese mismo año, funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) ultimaron al famoso “Buitre” dentro del basurero. Tras esta muerte se daba por sentado que el grupo había llegado a su fin, pero no fue así; sus subalternos tomaron las riendas. Fue entonces el turno de “el Goyo”, cuyo nombre no era conocido por las autoridades.
Por dos años este individuo lideró las acciones criminales en La Bonanza, sin embargo, el 8 de febrero de 2019, este personaje fue asesinado por algunos miembros de su organización criminal. Ahora la banda opera desde este basurero y tiene un nuevo jefe, cuyo nombre aún es desconocido por la policía.
El cobre, que es recolectado para ser contrabandeado y vendido ilegalmente en el exterior, se negocia en dólares y es uno de los "desechos" más rentables. Tan lucrativo resulta el negocio de la venta de los desperdicios, que los delincuentes llevan una vida de lujo, fiestas, mujeres, alcohol y droga.
Mientras este tipo de "reciclaje" ha sido por largo tiempo una economía criminal de bajo nivel, el hecho de que La Bonanza se haya convertido en un nicho rentable para El Buitre, evidencia cómo las estructuras criminales de Venezuela han sido capaces de reinventarse para sobrevivir a la profunda crisis que vive el país.