Resistentes, escasos e increíblemente lucrativos en los mercados internacionales, los árboles de ipê son un claro ejemplo de las tendencias de la tala ilegal en la Amazonía brasileña. Dondequiera que se encuentren, la deforestación los persigue.
Con un valor de hasta US$2.775 por metro cúbico en los mercados globales, los árboles de ipê son la madera dura más valiosa que se tala ilegalmente en los bosques de Brasil, según una investigación reciente Mongabay, sitio de noticias enfocado en temas medioambientales.
Publicado el 18 de julio, el informe demuestra que la deforestación ilegal se concentra en áreas conocidas de recolección de ipê.
Si bien en la Amazonía brasileña se talan muchos tipos de madera, los árboles de ipê son un caso especial. El informe de 2021 de la Organización Internacional de las Maderas Tropicales (OIMT) señala que el ipê se vende por precios muchos más altos que las otras especies. El metro cúbico de madera aserrada del ipê se vende a US$876 por en el mercado nacional, mientras que el metro cúbico exportado cuesta US$1.752. La segunda madera más cara, la jatoba, cuesta US$431 en Brasil y US$997 en el exterior, lo que demuestra los amplios márgenes de ganancia que se obtienen recolectando ipê.
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En la Amazonía brasileña existen siete especies distintas de ipê, las cuales son utilizadas para elaborar pisos y terrazas, y son apetecidas debido a su resistencia a los hongos, los insectos y el fuego, así como por su dureza en general. Dichas propiedades han convertido a estos árboles en uno de los principales objetivos de los madereros ilegales y de los mercados que estos han abastecido durante décadas, llevándolos más cerca a la extinción.
Un informe del Instituto Igarapé, publicado en abril 2022, señaló las técnicas específicas utilizadas para talar las especies de ipê. Dada su baja densidad, suelen crecer rodeados de otros tipos de árboles, lo que ha llevado a un crecimiento de la tala selectiva, mediante la cual los recolectores ilegales talan los árboles más valiosos de determinada área, pero no arrasan completamente la zona. Suelen empezar cortando sólo la madera más valiosa, abriendo pequeños espacios y dejando otras vegetaciones “con el fin de engañar al satélite” y evitar ser detectados, dijo Luciano Evaristo, ex-director de la agencia de protección ambiental de Brasil (Instituto Brasileiro do Meio Ambiente e dos Recursos Naturais Renováveis, Ibama), a Human Rights Watch (HRW).
Análisis de InSight Crime
Los árboles de ipê se encuentran en una situación especialmente delicada, ya que los traficantes hacen todo lo posible para talarlos, ocultar su madera y, finalmente, beneficiarse del producto.
Históricamente, Europa, Estados Unidos y Canadá han sido los mercados más grandes para la madera de ipê. Al menos 525 millones de kilos de esta madera se exportaron desde Brasil entre 2017 y 2021, sobre todo a esos tres mercados occidentales. Sin embargo, el aumento de la presión internacional para erradicar la tala ilegal e insostenible ha reducido la demanda en los últimos años.
Como resultado, el mercado interno de Brasil ha crecido, aprovechando el incremento en la oferta. Según Mongabay la venta ilegal de madera de ipê aumentó “en un 15 por ciento durante la pandemia de COVID-19, especialmente para las construcciones civiles en el sur y el sureste del país”.
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Si no reciben protección, los árboles de ipê podrían ser aniquilados. Son escasos y útiles, requieren de 80 a 100 años para alcanzar la madurez y crecen en densidades extremadamente bajas. Mongabay indica que, típicamente, “cada hectárea de bosque produce solo 0,5 metros cúbicos de madera ipê, o aproximadamente 7 pies cúbicos por acre”. Esto significa que los madereros deforestarán más en ciertas áreas en busca de solo unos pocos especímenes.
De hecho, el término “mafias del ipê” se ha utilizado como una manera de referirse a los madereros ilegales que talan diversos tipos de árboles en la Amazonía brasileña, ya que los ipês son los que les dan las mayores ganancias.
Además de la cosecha selectiva, la cadena de suministro ilegal tiene semejanzas con las mafias madereras de toda la región. Existen documentos fraudulentos que exageran la cantidad de árboles ipê ubicados en las concesiones que tienen permiso para la tala. Esto permite que el ipê extraído ilegalmente sea lavado dentro de los suministros legales en áreas protegidas, y a la vez les ayuda a los exportadores a distanciarse de la actividad delictiva inicial.