Siete personas murieron acribilladas en Guayaquil después de un histórico decomiso de cocaína —una retaliación que da cuenta de los desajustes al interior de las bandas narcotraficantes responsables del almacenamiento y trasiego de cocaína en Ecuador—.
La oleada de asesinatos se desató después del decomiso de 9,6 toneladas de cocaína, una incautación récord en los últimos años, según afirmaron las autoridades en una conferencia de prensa el 13 de agosto. La policía descubrió las drogas después de derribar una pared falsa en una bodega de Vergales, barrio residencial al norte de Guayaquil, según un comunicado grabado en video. La bodega se hacía pasar como embotelladora y comercializadora de agua. La cocaína —empacada en unos 9.500 “ladrillos” y lista para su embarque— tenía como destino México y Estados Unidos, según indicaron las autoridades.
Las matanzas se iniciaron horas después del hallazgo del alijo, cuando sicarios en motocicleta abatieron a dos hombres, según una nota de El Universo. Al día siguiente, en otro ataque murieron otros dos hombres.
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Luego, el 15 de agosto, seis pistoleros con chalecos antibalas abrieron fuego contra una pareja. Una de las víctimas, un hombre de 24 años de edad, que murió tras recibir más de doce tiros, tenía antecedentes de drogas y estaba vinculado a un exjefe de la banda Los Lagartos, una de las dos más grandes de Ecuador. Esa misma noche fue abaleado otro hombre.
Henry Tapia, coronel de la Policía, declaró a El Universo que las bandas eran las responsables de la ola de asesinatos, ocurridos en su totalidad en el sur de Guayaquil. Comentó que había “bandas criminales menores” —y no una organización criminal de mayor envergadura— que estaban detrás de los responsables de la pérdida del cargamento de cocaína.
Ecuador es un apetecido punto de salida de cocaína gracias a factores como su ubicación, en medio de países productores de cocaína —Colombia y Perú—, su extenso litoral sobre el Pacífico y su gran industria de carga marítima.
Análisis de InSight Crime
El descubrimiento de las drogas y la subsiguiente cadena de asesinatos indican que en Ecuador se ha alterado la cadena de narcotráfico, lo cual incluye a las organizaciones que participan en ella.
En Ecuador, las pandillas se involucran con el tráfico de estupefacientes mediante tareas específicas, almacenando la cocaína para luego coordinar con trabajadores portuarios corruptos que introducen la droga en cargamentos marítimos, o subiendo la droga a barcos y avionetas con dirección al norte del continente. Las bandas son útiles para los traficantes, quienes mantienen las redes logísticas, pues protegen los cargamentos y les sirven como cobradores de deudas y asesinos a sueldo.
Aunque la relativa estabilidad de la cadena de narcotráfico en Ecuador ha permitido que el país se libere de la violencia por drogas que se observa en otros países suramericanos, los homicidios han venido aumentando recientemente, dado que hay más bandas que están compitiendo por una tajada del negocio de las drogas.
Los Choneros, veterana banda callejera, y su principal rival, la banda Los Lagartos, están inmersos en una disputa por el territorio y el control del expendio de drogas en las calles. También surgieron disidencias después del traslado de los líderes de las bandas a prisiones distantes.
En febrero, Ecuador vivió los peores motines carcelarios de su historia, cuando los ataques en tres importantes cárceles dejaron un saldo de 79 reclusos muertos. Los motines tenían como objetivo atacar a cabecillas de Los Choneros. Al parecer, los ataques fueron coordinados por cuatro grupos disidentes de Los Choneros contra sus cabecillas después del homicidio del veterano capo del grupo, Jorge Luis Zambrano, alias "Rasquiña", en diciembre de 2020. En julio de 2021, disturbios en dos prisiones dejaron al menos 22 presos muertos. La guerra entre bandas fue al parecer una venganza por la emboscada contra Los Choneros.
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La guerra entre pandillas también se ha desbordado a las calles de Ecuador, donde ahora son comunes los homicidios selectivos. En mayo, una mujer fue acribillada en la habitación de un hospital de Guayaquil donde se encontraba interna, cuando cuatro sicarios vestidos de policías la confundieron con un objetivo.
La actual tasa de homicidios en Ecuador es la más alta de los últimos cinco años, y gran parte de los homicidios se atribuyen a discordias al interior de las pandillas, lo que puede ser un efecto dominó del tráfico de drogas. Las traiciones se están volviendo cada vez más comunes y es posible que haya una mayor circulación de información que de costumbre.
El reciente decomiso de casi diez toneladas de drogas fue el segundo alijo récord para la policía en menos de dos meses. A finales de junio, las fuerzas del orden público incautaron más de siete toneladas de cocaína en el puerto de Guayaquil, en un cargamento con destino a España, según un comunicado de prensa.
Cuatro días antes del decomiso, sicarios en motocicletas habían abatido a un trabajador del puerto que acababa de renunciar a su empleo como estibador. La policía descubrió US$26.000 en la camioneta del hombre.