Cinco años después de que se descubriera un multimillonario cargamento de drogas en varias maletas en la embajada rusa en Argentina, un tribunal ruso condenó a cuatro hombres por intento de contrabando de cocaína en avión diplomático. Gracias a una astuta maniobra de las autoridades, el acusado terminó sacando del país otro tipo de polvo blanco.
El 20 de enero, cuatro años después de una conspiración frustrada para traficar 12 valijas llenas de cerca de 400 kilos de cocaína desde una escuela en el edificio de la embajada rusa en Buenos Aires, un juez local en Rusia sentenció al presunto autor intelectual de la operación, Andréi Kovalchuk, también llamado “Señor K”, a 18 años de prisión. Kovalchuk, extécnico en la embajada rusa de Argentina, se mantuvo prófugo en un inicio, pero en 2018 fue detenido en Alemania y extraditado a Rusia.
Los otros tres condenados, dos empresarios y otro exempleado de la embajada rusa en Argentina, recibieron penas entre 13 y 17 años de prisión. Ellos alegan que Kovalchuk se presentó como empleado de la embajada y les ofreció dinero para que trabajaran con él. Pero el ministerio ruso de Asuntos Exteriores aclaró que ni Kovalchuk ni los demás acusados eran diplomáticos.
El Kremlin también han negado cualquier participación de su flota en la operación de tráfico, pese a que las autoridades presentaron imágenes del avión ruso usado en la operación encubierta, que llevaba la placa del avión del jefe del Consejo de Seguridad Nikolai Patrushev.
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La investigación se abrió en diciembre de 2016, cuando el entonces embajador ruso en Argentina, Viktor Koronelli, alertó a la exministra de seguridad de Argentina Patricia Bullrich sobre doce valijas sospechosas en la sede diplomática.
Las autoridades argentinas llegaron y descubrieron la droga en las maletas, pero, en una maniobra para desmontar la operación, cambiaron los 400 kilos de cocaína, avaluados en cerca de US$62 millones, por 400 kilos de harina blanca. A continuación, las autoridades instalaron dispositivos de interceptación y rastreo satelital en las maletas.
En 2018, tras varios intentos fallidos, los traficantes al fin pusieron la carga en un correo diplomático perteneciente al Servicio de Seguridad Federal Ruso. Dos hombres fueron capturados en Argentina, incluyendo un oficial de enlace de la academia de policía de Buenos Aires, y tres en Moscú, dos de ellos, cuando trataban de recuperar las valijas en el aeropuerto.
Análisis de InSight Crime
Las condenas por el caso de la trama del polvo blanco ponen de relieve la presencia cada vez mayor de delincuentes rusos en Latinoamérica y la importancia de la cooperación internacional en la lucha contra el crimen organizado.
Desde un principio, la red de cocaína Argentina-Rusia pareció la primera conspiración de gran envergadura para traficar drogas a Europa desde Rusia. Por lo general, las drogas se desplazan en la vía opuesta: primero a Europa y luego a Rusia. Se ha dicho que los traficantes rusos adquieren narcóticos brasileños de una mafia italiana que tiene tratos con el Primer Comando de la Capital (Primeiro Comando da Capital, PCC), pero este caso indica que los grupos rusos están dispuestos a asumir una participación más activa en el panorama criminal de la región.
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El crimen organizado transnacional se contrarresta con esfuerzos coordinados continuos entre países, como sucedió en este caso, que duró cinco años, desde la alerta hasta la condena. La cooperación internacional fue esencial para desmantelar la red de tráfico desde el momento en que el embajador ruso contactó a la ministra de seguridad argentina para informarle sobre las valijas sospechosas, a lo largo de los dos años en que las autoridades hicieron seguimiento a la red de tráfico, la extradición de Kovalchuk y las condenas de los cuatro nacionales rusos implicados.
Sin embargo, un examen más detenido del caso plantea muchas preguntas. No está claro cómo Kovalchuk obtuvo los 400 kilogramos de cocaína pura en Argentina y si era un espía ruso. También queda un margen de duda sobre si los seis involucrados fueron capaces de ocultar más de US$60 millones en cocaína en la embajada rusa y cargarla en un avión diplomático sin la participación de altos funcionarios corruptos.
Los expedientes filtrados obtenidos por el Daily Beast y el Dossier Center, supuestamente evidenciaron fallas en la investigación y discrepancias, y, en el mejor de los casos, un "asombroso nivel de incompetencia". El informe del Daily Beast and Dossier Center cita a funcionarios de la Agencia Federal de Inteligencia de Estados Unidos (DEA) y la Agencia Federal de Inteligencia Argentina, que sugieren que los arrestos tenían la intención de desviar las sospechas y proteger a los más altos conspiradores del gobierno ruso. En Rusia, la corrupción generalizada ha facilitado la delincuencia organizada en años recientes, tanto en el país como en el exterior.