La muerte del capo del Cartel de Cali, Gilberto Rodríguez Orejuela, en una prisión estadounidense, marca el fin de uno de los narcos más notorios de Colombia, y con él se va una era de la historia del país.
La noticia de la muerte de Rodríguez Orejuela en una prisión federal de Carolina del Norte fue confirmada por familiares la mañana del 1 de junio, según informó El Tiempo.
Gilberto Rodríguez Orejuela fue el líder del temido Cartel de Cali, con operaciones en el suroeste de Colombia, y purgaba una pena de 30 años de prisión por narcotráfico. Las autoridades colombianas lo capturaron por primera vez en 1995 en su opulenta casa de Cali. En ese momento, la Administración para el Control de Drogas en Estados Unidos (Drug Enforcement Administration, DEA) estimaba que el Cartel de Cali era responsable del 80 por ciento de la oferta global de cocaína, según reportó el New York Times.
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Aunque fue sentenciado a 15 años, el capo quedó en libertad en 2002 mediante un controvertido fallo judicial que redujo su pena a la mitad sobre la base de su participación en programas de trabajo y estudio y buena conducta, según fuentes de The Guardian. Fue capturado de nuevo en 2004.
Para ese momento, el gobierno estadounidense ya había logrado presionar al colombiano para que levantara su prohibición a la extradición de sus ciudadanos. Así, Gilberto Rodríguez Orejuela fue llevado a Estados Unidos después de ser acusado de seguir dirigiendo sus operaciones criminales desde la prisión. Poco después, el Departamento de Justicia estadounidense anunciaba su captura y su admisión de culpa como “un golpe certero y definitivo al Cartel de Cali”, y una demostración a “narcotraficantes y capos de todo el mundo de que ya no están fuera del alcance de Estados Unidos”.
A los 83 años, el exjefe del Cartel de Cali había pasado los últimos meses aquejado de un sinnúmero de dolencias y, según Infobae, las últimas semanas de su vida las pasó postrado en una cama.
Rodríguez Orejuela fue uno de los capos más infames de Colombia, junto con su hermano Miguel Rodríguez, cómplice en el Cartel de Cali y quien aún vive.
Análisis de InSight Crime
Gilberto Rodríguez Orejuela construyó su imperio de cocaína con una precisión que le valió el alias de “El Ajedrecista”, y consolidó el Cartel de Cali como la organización traficante de cocaína más poderosa del mundo. Su perfil relativamente bajo, al menos en comparación con su adversario Pablo Escobar, sentó el modelo que siguen hoy los narcos en Colombia.
Asentado en el departamento del Valle del Cauca, el Cartel de Cali se convirtió en la fuerza dominante en el narcotráfico después de que la muerte de Pablo Escobar en 1993 dejara sin cabeza al Cartel de Medellín. Los hermanos Rodríguez Orejuela traficaron cientos de toneladas de cocaína a Estados Unidos, especialmente para abastecer los mercados del noreste, como la ciudad de Nueva York, aunque también vendieron a mercados de Europa.
La organización colaboró inicialmente con el Cartel de Medellín, con el que se repartió los mercados de cocaína en Estados Unidos. Pero el Cartel de Cali se volvió contra Escobar y le dio su apoyo a un grupo paramilitar que atacó a su organización y contribuyó a la caída del capo.
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Con la eventual desaparición de Escobar, el Cartel de Cali mantuvo el control del tráfico de cocaína antes de que los esfuerzos mancomunados de las autoridades colombianas y estadounidenses emprendieran su desarticulación a finales de los noventa. Gilberto Rodríguez Orejuela se distanció del estilo ostentoso, público y violento de Escobar cuando estuvo en el poder, lo que no quiere decir que el extinto capo no fuera violento: los sicarios del Cartel de Cali perpetraron asesinatos en Miami y Nueva York, además del execrable ataque al edificio residencial Mónaco en Medellín, donde un carro bomba estalló mientras Escobar y su esposa estaban allí. Así mismo, el periodista Manuel de Dios Unanue fue asesinado por órdenes del Cartel de Cali debido a la publicación de varios artículos sobre la organización.
En 2006, Rodríguez Orejuela y sus cómplices llegaron a un acuerdo con las autoridades estadounidenses mediante el cual sus familiares tendrían inmunidad a cambio de entregar la totalidad de la fortuna que hicieron con el narcotráfico.
Tras la ruptura de la organización, el panorama criminal del país sufrió una fragmentación que aún hoy se evidencia. La organización de los Rodríguez Orejuela se distanció tanto del estilo ostentoso, violento y muy público de Escobar cuando tuvo el poder, como su legado.
Después de la muerte de Escobar, Colombia experimentó una drástica caída de los homicidios y se implantó una suerte de orden criminal en parte por la preferencia de los hermanos Rodríguez Orejuela a ejercer sus actividades de manera más discreta. Pero la fragmentación derivada de la ausencia del Cartel de Cali fue mucho más caótica. El Cartel del Norte del Valle (CNDV) surgió de las redes de tráfico remanentes, pero esa organización era más proclive al faccionalismo y a mantener conflictos sangrientos. Unos 20 años después de que Gilberto Rodríguez Orejuela fuera a prisión, descendientes del CNDV mantienen las confrontaciones violentas.
Aparte de la fragmentación criminal, el Cartel de Cali de los hermanos Rodríguez Orejuela deja un legado de corrupción de alto nivel además de la integración entre empresas lícitas e ilícitas en Colombia y en el exterior.
El Cartel de Cali de refinó el arte de la corrupción, con su preferencia por los sobornos sobre las balas en una estrategia que les permitía cooptar a servidores públicos en muchos países latinoamericanos. Los hermanos Rodríguez Orejuela llegaron a afirmar que entregaron financiación de campañas a los expresidentes colombianos Ernesto Samper y Andrés Pastrana, según el medio de noticias Semana.
En la década de los noventa, el Departamento del Tesoro estadounidense sancionó a más de 300 personas y entidades por vínculos con el Cartel de Cali. Cabe señalar que las autoridades señalaron la cadena de droguerías colombiana La Rebaja como fachada de lavado de dinero para los hermanos Rodríguez Orejuela e incluso sancionaron al equipo de fútbol profesional América de Cali, pues había sido propiedad de los hermanos y se presume que no pudo romper las conexiones con sus raíces en el crimen.