Un viejo asociado boliviano de Pablo Escobar que pagó 27 años de prisión en Estados Unidos está de nuevo en prisión, esta vez en Perú, lo que demuestra que las viejas generaciones de narcos pueden todavía estar en el ruedo.
El último hecho en la tumultuosa historia de Jorge Roca, conocido como “Techo de Paja”, comenzó el 9 de marzo de 2021, cuando fue arrestado en Lima, Perú, como parte de una operación conjunta con autoridades norteamericanas y colombianas. Roca está acusado de liderar una organización dedicada al envío de cargamentos de droga desde Bolivia, su país natal, y Perú —donde fue arrestado— pasando por Venezuela, Brasil y México en su tránsito hacia Estados Unidos.
Pero esta no es la primera vez que Roca se enfrenta a la justicia. El historial delictivo de Techo de Paja se remonta a la época de los ochenta, cuando era considerado un pez gordo del narcotráfico por las autoridades. Junto a su tío Roberto Suárez —conocido como el “Rey de la cocaína” en Bolivia— fue señalado de proveer cargamentos de cocaína a Pablo Escobar.
En sus buenos tiempos, su fortuna le alcanzó para ser dueño de un supermercado, un club de equitación y una residencia de lujo en Santa Cruz de la Sierra, además de varias haciendas cerca de la ciudad de Beni.
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En 1990 fue capturado y condenado a 35 años de prisión en Estados Unidos por narcotráfico, lavado de dinero, fraude bancario, evasión de impuestos y extorsión.
Luego de 27 años en la cárcel, regresó a Bolivia en 2018, donde se enfrentaba a otros 15 años de prisión por varios delitos. Sin embargo, poco después se fugó de una clínica privada en La Paz, y posteriormente fue dejado en libertad por las autoridades considerando que, por su edad, no tenía sentido continuar la búsqueda.
Durante dos años, Roca mantuvo un bajo perfil. En 2020, según las autoridades, retomó sus viejas andanzas y operando esta vez desde Perú, formó una nueva organización para el envío de cocaína desde el país andino hacia Estados Unidos.
La cocaína que presuntamente traficaba Roca venía de laboratorios en Perú y Bolivia, cerca de la frontera con Brasil. Pero eso no era todo, según información publicada por el diario El Deber, Roca y sus aliados “habían hecho contacto con Colombia, con el 'objeto de incrementar el nivel de producción por hectárea [de cultivos de coca] para mejorar el alcaloide' y 'trasladar esa parte técnica a Bolivia'” .
Entre los otros capturados también se encuentra Omar Rojas Echeverría, exmayor de la policía de Bolivia y acusado de facilitar el uso de pistas clandestinas en la región de Beni, al norte de Bolivia.
Análisis de InSight Crime
El caso de Roca ilustra cómo algunos narcotraficantes logran revivir sus negocios ilegales, a pesar de haber pasado décadas en prisión, valiéndose de su pasado criminal.
El retorno de los narcotraficantes a sus países de origen luego de pagar sus condenas en Estados Unidos ha generado especulaciones sobre su posible retorno al mundo criminal. Roca, si es condenado, sería uno de los pocos casos en los que este miedo se volvió realidad.
Roca no es el primer narco reincidente que es acusado de volver al tráfico de drogas. En Colombia, el regreso al país de narcotraficantes extraditados a Estados Unidos ha encendido las alarmas. Un informe publicado por El Tiempo en 2018 advirtió sobre el riesgo de que estos traficantes intenten reactivar sus redes criminales una vez hayan retornado al país.
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En 2011, Víctor Patiño Fómeque estuvo en el centro de una guerra entre Los Urabeños y Los Rastrojos por el control de los bienes del Cartel de Cali. De acuerdo con información publicada por El Tiempo, Patiño Fómeque habría jugado el rol de mediador entre el Cartel de los Beltrán Leyva en México y Los Urabeños a cambio del apoyo de los últimos en su guerra contra Los Rastrojos.
En otros casos, el retorno de los viejos capos revive viejas luchas. Una ola de violencia en el departamento del Valle del Cauca, en 2015, estuvo relacionada con el regreso de varios narcos y testaferros de vieja data.
Más recientemente, el regreso del narcotraficante y exparamilitar Hernán Giraldo en enero de este año generó la misma reacción.
Su grupo familiar, ahora convertido en un grupo criminal conocido como “Los Pachenca”, mantiene todavía algo de control sobre el tráfico de drogas en la costa Caribe colombiana, y su retorno ha generado temor entre las comunidades de la región.