En octubre de 2021, después de una persecución que duró años, las autoridades colombianas atraparon al hombre que más buscaban. Otoniel, exguerrillero y combatiente paramilitar, fue uno de los narcotraficantes más prolíficos del país, líder del poderoso grupo de Los Gaitanistas.
Tras su captura, ¿qué ha cambiado en la criminalidad de Colombia? ¿Se está desmoronando el imperio narcotraficante de Otoniel o ha surgido un nuevo líder que logre mantenerlo unido?
Mientras Dairo Antonio Úsuga, alias "Otoniel", espera para ser extraditado a los Estados Unidos, InSight Crime analiza lo que ha sido de las AGC.
Los Gaitanistas de hoy y de mañana
Los Gaitanistas, también conocidos como Clan del Golfo, Urabeños y Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC) al igual que su antiguo comandante, son una fusión de legados criminales muy diferentes. Tienen sus raíces en grupos paramilitares, pero también han actuado como guerrilleros. Son una de las principales potencias del narcotráfico en Colombia, pero también participan en la extorsión, la minería de oro, el contrabando de personas y otras actividades criminales.
Podría decirse que la característica más distintiva del grupo es el uso de franquicias. En cabeza de los frentes centrales, que son los que conforman el núcleo de las AGC, el grupo ha reclutado pandillas más pequeñas y localizadas en toda Colombia. Se empodera de ellas para operar bajo la bandera de las AGC y usar su nombre para incrementar su cobertura criminal a cambio de una parte de los ingresos.
Después de la captura de Otoniel, una de las principales preguntas era hasta qué punto estas franquicias podrían decidir independizarse, si consideraban que la asociación con las AGC ya no era rentable o útil.
Si bien hubo algunos contendientes al trono, el sucesor elegido parece ser Jobanis de Jesús Ávila Villadiego, alias “Chiquito Malo”, quien cuenta con una larga experiencia criminal. Fue miembro de las Autodenfensas Unidas de Colombia (AUC), ejércitos de corte paramilitar asociados al narcotráfico, y desde muy joven participó en la desmovilización de ese grupo en 2004, pero continuó su estilo de vida criminal después de vincularse a las AGC. Experto en la producción de cocaína y en negocios de drogas, fue puesto a cargo del comercio de cocaína en la región de Urabá, centro geográfico del grupo del cual este toma su nombre. Se convirtió en un lugarteniente de confianza y fue ascendiendo dentro de la organización, reemplazando a otros comandantes de alto rango a medida que eran capturados o asesinados. Al igual que Otoniel, Ávila Villadiego es pedido en extradición por Estados Unidos. Pero a pesar de este currículum criminal, es dudoso que Ávila Villadiego pueda ofrecer el mismo tipo de unidad y liderazgo que Otoniel.
Según un experto colombiano en seguridad y defensa, que habló bajo condición de anonimato por razones de seguridad, el verdadero poder de Chiquito Malo radica en los bastiones tradicionales de las AGC en Antioquia y Urabá. Es probable que esos vínculos con el centro neurálgico del grupo hubieran ayudado a Ávila Villadiego a ascender en los mandos de la organización. Sin embargo, el experto indicó que se le puede dificultar extender esa influencia más allá de esta área y de varias franquicias específicas que le son leales.
Según el experto, otras dos figuras de alto rango dentro del grupo que fueron consideradas como posibles contendientes para el puesto principal tienen diferencias con Ávila Villadiego. El primero es Wilmer Giraldo Quiroz, alias “Siopas”, quien ha estado por mucho tiempo a cargo de las operaciones de las AGC en la costa pacífica de Colombia. Como segunda opción está José Gonzalo Sánchez, alias “Gonzalito”, comandante del Bloque Roberto Vargas Gutiérrez, ubicado en la costa caribeña y en el norte del país.
Sin el pleno apoyo de estas dos figuras, así como el de otros comandantes de franquicias regionales, es poco probable que Ávila Villadiego pueda mantener unidos a las AGC.
Antioquia
Este departamento, y especialmente el Urabá antioqueño, sigue siendo la casa matriz de las AGC. De hecho, su nombre original viene de allí.
En Antioquia, el grupo controla el Urabá con comodidad, lo que le permite conectarse con el departamento de Chocó y disputarle las zonas del norte del departamento a las disidencias del Frente 18 de las extintas FARC, un reducto de excombatientes que no se acogieron al proceso de paz, también conocidos como ex - FARC mafia. Así mismo lo hace con el Ejército de Liberación Nacional, la última guerrilla sobreviviente de Colombia. El norte de Antioquia es un corredor estratégico para conectar con el Nudo del Paramillo, una montañosa región de la cordillera, que dirige hacia Córdoba y es un paso importante de drogas.
El grupo también se mueve hacia el Bajo Cauca antioqueño y el Magdalena Medio, donde tiene acceso al sur del departamento de Bolívar, desde donde también controla rutas de narcotráfico que le disputa al ELN y puede acceder a la minería ilegal.
En los cascos urbanos, las AGC mantienen tentáculos con oficinas de cobro y redes de control. En Medellín, capital de Antioquia, el grupo mantiene presencia en barrios y municipios circundantes.
Es en este departamento donde Chiquito Malo, sucesor natural de Otoniel, tendría más influencia debido a la cercanía del bastión del grupo.
Costa Caribe
Desde que Otoniel fue capturado, las fuerzas de seguridad han aumentado la presión. En marzo de 2022, en una de las mayores redadas contra el grupo, fue arrestado Alexánder Simanca, cabecilla de una franquicia de las AGC ubicada en la costa Caribe de Colombia, junto con otras 24 personas. Simanca disfrutaba de una posición envidiable, ya que, según la policía, controlaba la exportación de toneladas de cocaína cada mes a través de los puertos del norte de Colombia, pasando por el archipiélago de San Andrés y hacia Centroamérica. Gran parte de las operaciones de Simanca se enfocaba en la ciudad portuaria de Cartagena, al norte del país, y obtenía cocaína de la región del Magdalena Medio, en el centro del país según informes de los medios de comunicación después de su arresto.
Sin embargo, durante el trabajo de campo en el norte de Colombia, InSight Crime conoció por fuentes en terreno que había empezado a trabajar con otros grupos, como el Ejército de Liberación Nacional (ELN).
Este debilitamiento del control del puerto de Cartagena por parte de las AGC ha llevado a un aumento de la violencia en la ciudad, ya que otros socios de Simanca han intentado independizarse.
Las AGC pueden sacar cocaína a través de otras ciudades del Caribe, como Santa Marta y Barranquilla, pero estas están siendo disputadas. Los Pachenca se están enfrentando con los hombres de Otoniel en Santa Marta, y varios grupos más pequeños luchan por el control de Barranquilla. Si bien las AGC siguen siendo de lejos el mayor actor del narcotráfico en la costa norte de Colombia, su dominio podría reducirse lentamente debido a esta variedad de conflictos con diversos adversarios.
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Chocó
En el departamento de Chocó, en el extremo noroccidental de Colombia, el liderazgo de las AGC parece no haberse afectado con la captura de “Otoniel”.
Allí, Wilmer Antonio Quiroz, alias “Siopas”, un peso pesado de la cúpula de las AGC, es quien controla las dinámicas criminales de Chocó, según detalló un experto en seguridad a InSight Crime.
En este departamento, el grupo se ha fortalecido en presencia territorial mediante tres estructuras: una en la región de Baudó, al suroccidente, y dos concentradas al norte, en la frontera con Panamá.
Estas estructuras vienen enfrentándose a la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) desde 2018. Sin embargo, en agosto de 2021, la dinámica cambió cuando las AGC decidieron retomar con mayor fuerza el proceso de expansión territorial y romper el frágil equilibrio que se había establecido en algunas zonas entre ambos grupos.
Desde entonces, el conflicto se ha enfocado en las regiones de Baudó, Atrato y San Juan. Allí las AGC vienen buscando consolidarse en zonas claves para las rutas que conectan a Chocó con el departamento de Antioquia al oriente, y con los grandes enclaves cocaleros del suroccidente colombiano a través del departamento de Valle del Cauca, al sur.
En estas regiones, el grupo ha logrado presionar y acorralar al ELN ingresando a zonas que estaban bajo el control del grupo guerrillero, lo que ha generado importantes afectaciones a la población civil, como desplazamientos y confinamientos.
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Magdalena, La Guajira, César y Atlántico
Por otro lado, en los departamentos de Magdalena y Atlántico hay una cohesión mucho mayor entre las AGC en el territorio, pero no hay un liderazgo claro, pues dejan que las franquicias operen de manera independiente. Se enfrentan con los Pachenca, otro grupo criminal del Magdalena, así como con los Costeños y la banda Papalópez en Barranquilla y otras zonas del Atlántico.
El conflicto entre las AGC y Los Pachenca —un clan familiar que ha estado en la región desde la creación de los grupos de autodefensa en los años ochenta— por las rutas de narcotráfico en la costa Caribe colombiana recrudece la violencia en la Sierra Nevada, que tiene injerencia en los departamentos de Magdalena, La Guajira y Cesar.
En 2019 se rompió el pacto de no agresión entre los dos grupos, y las AGC vieron cómo su antiguo aliado se convirtió en un enemigo que les negaba la entrada a la Sierra y a las costas del norte del país, accesibles solo por la Troncal del Caribe, donde Los Pachenca mantienen el control.
La confrontación se intensificó en 2021, luego de una fallida negociación ente ambos grupos, como le relató a InSight Crime una fuente en La Guajira que habló bajo condición de anonimato. La violencia ha continuado este año, generando desplazamientos masivos en Ciénaga, Magdalena, donde familias enteras se han visto forzadas a abandonar su territorio.
Ante la dificultad de acceder a las costas de La Guajira por la Troncal del Caribe, la nueva apuesta de las AGC ha sido bordear la Sierra Nevada, como dijeron varias fuentes a InSight Crime, prendiendo las alarmas en el departamento del Cesar y en La Guajira. En este último, la violencia ya se siente, con asesinatos selectivos y capturas de presuntos articuladores del grupo, como Luis Manuel Negrete Pastrana alias “El Viejo”, aprehendido en Maicao.
Norte de Santander
Al otro lado del país, en la frontera de Colombia con Venezuela, las AGC han perdido terreno frente a la mafia ex-FARC y el ELN, pues cada vez tienen menos recursos para luchar por economías criminales clave.
Hasta finales de 2020 y principios de 2021, y tras una fuerte arremetida del ELN que logró expulsar a las AGC del Catatumbo, un enclave criminal en la frontera entre ambos países, Otoniel intentó enviar refuerzos para tratar de reagrupar a la organización, pero sin mucho éxito.
Desde entonces, la facción del grupo se encuentra en la zona rural de Cúcuta y el municipio de Puerto Santander, probablemente esperando una oportunidad para disputar el panorama criminal en esa región. Así lo constataron varias fuentes en campo consultadas por InSight Crime durante octubre de 2021.
La captura del capo y las difíciles condiciones que enfrentan las AGC en Norte de Santander dejan al grupo en un limbo, el cual tendrá que enfrentar con un nuevo liderazgo o con la posible alianza de otros grupos de menor envergadura en la región y su posible independencia de las órdenes que son enviadas desde el Urabá antioqueño. Sin embargo, hasta ahora no hay un liderazgo claro en el grupo de forma regional.
Nariño
En marzo, en Colombia se presentó una de las fugas de prisión más audaces de las que se tenga memoria. Uno de los exsocios de Otoniel, Juan Larinson Castro Estupiñán, alias “Matamba”, salió de una prisión de máxima seguridad en Bogotá, vestido como un guardia.
Antes de ser arrestado en mayo de 2021, Matamba era el líder de Cordillera Sur, una banda de narcotraficantes ubicada en el departamento de Nariño, al sur del país, y de otra franquicia de las AGC. Disponer de esa estructura en Nariño, una de las áreas fundamentales de producción de coca en Colombia, era vital para los intereses del grupo. Las AGC mantuvieron una importante presencia en dicho departamento, con el Bloque Héroes de la Cordillera, pero este último ha sido afectado por repetidos enfrentamientos con las fuerzas disidentes de las FARC.
Matamba pudo mover los cargamentos hacia la costa del Pacífico fácilmente, sobornando a oficiales militares para que permitieran que los convoyes de cocaína accedieran a la costa sin restricción alguna, para luego ser subidos a lanchas rápidas y semisumergibles. Sin embargo, parece que incluso antes de su arresto, el grupo Cordillera Sur había comenzado a hacer tratos con la Segunda Marquetalia, una facción líder de los disidentes de las FARC.
Dado que el paradero de Matamba aún se desconoce y ya no existe su conexión con Otoniel, el grupo de la Cordillera Sur puede tener pocas razones para mantenerse leal a las AGC.
Y con al menos tres frentes del ELN y varios grupos mafiosos de las ex-FARC presentes en el departamento, las AGC pueden tener dificultades para volver a ponerse de pie allí.