El principal líder de las milicias de Río de Janeiro fue asesinado por la policía, lo que puede desbaratar la hipótesis de que las milicias de la ciudad tenían protección gracias a sus conexiones con las autoridades. Pero, ¿se trató de una acción aislada o del inicio de un verdadero ajuste de cuentas?
El 12 de junio, Wellington da Silva Braga, alias “Ecko”, fue abatido en medio de un allanamiento de la policía a su residencia en el barrio Paciência, al oeste de Río.
Su muerte causó alguna controversia. Sin embargo, según los informes policiales, a da Silva Braga le dispararon una vez, pero solo quedó herido y fue sometido. Pero dentro de la camioneta de la policía, presuntamente intentó agarrar el arma de una agente, y como respuesta recibió un segundo tiro y murió.
“Ecko recibió dos disparos. Cuando intentaba huir por la parte trasera [de la casa], recibió un tiro. Durante el trayecto en una camioneta hasta un helicóptero, intentó agarrar el arma de una agente, y recibió un segundo disparo”, según afirmó el secretario encargado de inteligencia de Río, Thiago Neves, en declaraciones a la prensa.
Ya se abrió una investigación sobre las circunstancias de su deceso.
VEA TAMBIÉN: Cobertura sobre Milicias de Brasil
Después de su muerte, se dice que integrantes de su pandilla levantaron barricadas de neumáticos en llamas a lo largo de importantes vías del oeste de Río, lo que obligó a suspender el transporte público en el sector.
Como uno de los más buscados de Río de Janeiro, da Silva Braga había dirigido “Bonde do Ecko”, una milicia que dominaba gran parte del oeste de la ciudad y la Baixada Fluminense, una extensa zona al norte de la ciudad.
En enero de 2021, InSight Crime informó cómo Bonde do Ecko tenía varias farmacias clandestinas en Río de Janeiro, donde se vendían medicamentos sin licencia. Además de esto, al igual que otras milicias de Brasil, la agrupación controlaba sus barrios mediante la extorsión al comercio local y el control de la provisión de servicios ilegales, como distribución de agua y gasolina, transporte público y servicios de televisión clandestinos, conocidos como “gatonet”.
Su banda popularizó el modus operandi de las milicias. Aunque no perteneció a la policía, muchos integrantes de Bonde do Ecko eran policías activos o en retiro, y se dice que la agrupación gozaba de cierta protección de parte de las autoridades.
Análisis de InSight Crime
El asesinato de un líder de milicias es raro, pero no inédito en Río. Incluso Bonde do Ecko, antes conocida como la Liga da Justiça (Liga de la Justicia), ha visto caer muertos a seis de sus líderes desde 2007.
Pero en este momento, en que las milicias son el actor criminal dominante en Río y se están expandiendo en todo el país, la muerte de da Silva Braga plantea varios problemas.
Primero, puso en evidencia de manera concluyente el problema en el corazón del cuerpo de policía de Río. Aunque es posible que sus comandantes consideren prioritarias las operacions contra las milicias, son innegables los nexos entre estos grupos y agentes de policía en ejercicio.
Al entrar a su residencia esa noche, parece que da Silva Braga llevaba puesta una chaqueta de la policía militar marcada con el nombre de “Capitán Braga”.
VEA TAMBIÉN: Las milicias de Río y su intrincado imperio de negocios legales
Y dado que no era agente de policía, da Silva Braga tuvo que repeler repetidos intentos de expolicías que pretendían tomar control del grupo. Al parecer ordenó los asesinatos de varios agentes de policía retirados, vinculados a esa milicia, que no estaban de acuerdo con que él estuviera al mando.
Segundo, da Silva Braga representaba un nuevo tipo de líder miliciano. Su condición de foráneo como líder de una milicia sin haber pasado por la policía le valió el mote entre los investigadores de “pé-inchado” (pie hinchado), una expresión peyorativa para designar a un advenedizo.
Pero lejos de dejar que eso lo debilitara, da Silva Braga siguió haciendo las cosas a su manera. Donde otras milicias consideraban a las bandas narcotraficantes como enemigas, Bonde do Ecko hacía negocios con ellas. Se dice que el grupo tenía una estrecha alianza con el Terceiro Comando Puro (Tercer Comando Puro, TCP), una banda narcotraficante. Los dos grupos participaron en esquemas criminales e incluso estuvieron en el mismo bando en la disputa contra el Comando Vermelho (Comando Rojo, CV), la mayor banda narco de Río.
Tercero, corrían fuertes rumores de que da Silva Braga y su banda eran objeto de persecución no por una campaña contra las milicias en general, sino específicamente porque no se ajustaban al patrón tradicional de las milicias.
Aunque Bonde do Ecko es la milicia más grande de la ciudad, ha enfrentado un gran número de operativos con el fin de desmontarla.
Seis de sus mandos, incluido el hermano de Ecko, han sido asesinados o capturados desde 2007. Da Silva Braga sobrevivió a varias tentativas previas de asesinato, en 2018 y 2019. En octubre de 2020, otra redada de la policía dejó un saldo de 12 presuntos miembros del grupo muertos. Y aunque todas las milicias de la ciudad gozan del control de servicios básicos, las recientes redadas de cierre de farmacias ilegales o servicios de televisión por suscripción clandestinos de nuevo atacaban específicamente a Bonde do Ecko.
La diferencia más patente entre el tratamiento dado a da Silva Braga y otros líderes de milicias puede haber venido de Flávio Bolsonaro, senador e hijo del presidente Jair Bolsonaro.
Tras la muerte de da Silva Braga, tuiteó: “Felicitaciones a la policía civil de Río por la eliminación del miliciano “Ecko”, que nunca fue policía y era el más buscado del país. Mi total respeto y apoyo incondicional a la verdadera policía en todo Brasil”.
Pero en febrero de 2020, cuando fue asesinado otro jefe miliciano y excapitán de la policía militar, Adriano da Nóbrega, el mismo Flávio Bolsonaro adoptó una postura muy distinta. Escribió que “están acelerando la cremación de Adriano da Nóbrega para borrar la evidencia de su brutal asesinato”.