Se dice que unos 480 pandilleros o colaboradores se infiltraron en las fuerzas armadas y la policía de El Salvador entre 2010 y 2015, pero estas cifras pueden estar inflando el verdadero alcance de la influencia de las pandillas en las instituciones de seguridad.
En los últimos cinco años, por lo menos 435 miembros de las fuerzas armadas fueron expulsados del cuerpo por su afiliación a pandillas o por tener lazos con las mismas, según datos revelados por la Unidad de Acceso a la Información Pública del Ministerio de Defensa, a la que tuvo acceso EFE. Las presuntas filiaciones con las pandillas de los oficiales del ejército no fueron divulgadas, pese a solicitudes de EFE en este sentido.
Otros 39 aspirantes a agentes de policía salieron de la Academia de Seguridad Pública Nacional en el mismo periodo; de ellos, 25 "pertenecían" a la Mara Salvatrucha, o MS13, mientras que 13 eran de Barrio 18. Otros nueve agentes de policía activos fueron expulsados por presuntos nexos con pandillas en esos cinco años.
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Entre los militares separados de sus cargos había integrantes de unidades especializadas, incluyendo la Guardia Presidencial y el Comando de Fuerzas Especiales.
2015 fue de lejos el año con el mayor número de expulsiones de las fuerzas armadas por vínculos con pandillas, con 265 casos, un incremento de casi 200 por ciento sobre el número de casos declarados en 2014, según EFE (ver gráfico abajo)
Análisis de InSight Crime
Sin duda, la corrupción en las fuerzas de seguridad de El Salvador es un factor crítico, pero la idea de que unos 500 pandilleros se han infiltrado desde 2010 debe tomarse con cautela.
Como lo halló la reciente investigación de campo de InSight Crime, el número de pandilleros en la región del Triángulo Norte de Centroamérica (El Salvador, Honduras, Guatemala) varía bastante, dependiendo del organismo que haga el cálculo. Esto se debe, en parte, a la confusión sobre lo que constituye o no un pandillero.
Por ejemplo, los agentes de policía pueden incluir a novias, centinelas y familiares como parte de una pandilla, aun cuando no sean miembros fundamentales y no son considerados miembros por las pandillas mismas. Aunque un colaborador y un miembro pleno tienen roles muy diferentes en la pandilla, a menudo se los agrupa en estadísticas como las de informe del Ministerio de Defensa.
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Estas estadísticas también pueden ser interesadas. Si la infiltración de las pandillas se considera una amenaza grave y creíble, lo que sucederá es que el gobierno seguramente canalizará más recursos a las fuerzas de seguridad para combatir estas organizaciones criminales al parecer sofisticadas. En realidad, las pandillas callejeras de El Salvador son más parecidas a grupos de subsistencia que en ocasiones se ven implicados en operaciones criminales de alto nivel.