La Secretaría de la Defensa Nacional de México dice que cerca de 500 militares han muerto desde que inició la guerra contra las drogas en el país hace una década, una cifra alarmante que, sin embargo, se queda corta en comparación con la enorme cantidad de bajas de civiles en el mismo período.
Un reciente informe (pdf) de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) contabilizó 496 muertes de militares durante las operaciones antinarcóticos desde diciembre de 2006, cuando el recién elegido presidente Felipe Calderón le dio inicio a un enfoque más agresivo a la lucha contra los carteles de la droga en el país.
El Universal, que llevó a cabo un análisis exhaustivo del informe, descubrió que la causa más común de las muertes fueron los tiroteos, los cuales causaron 249 de los casos. Les siguen de lejos los accidentes automovilísticos (111), y en tercer lugar se encuentran los accidentes aéreos (50).
Tamaulipas, con 120 casos, ha registrado el doble de muertes de militares en comparación con los demás estados. Los siguientes cinco son Sinaloa (60), Michoacán (54), Guerrero (39) y Chihuahua (27).
El año más violento para el personal militar fue 2010, cuando se registraron 89 muertes. El año pasado presentó el menor número de muertes, pues las autoridades registraron sólo 24 casos.
Dos expertos en seguridad entrevistados por El Universal coincidieron en afirmar que el gobierno debe dejar de exponer a los militares a estos entornos de alto riesgo y comenzar a retirar a las fuerzas armadas de la guerra contra las drogas.
Las autoridades "deben establecer una fecha límite para la intervención de las fuerzas armadas en la lucha contra el crimen organizado, con el fin de evitar más muertes de militares", dijo Rodrigo Soto, especialista en seguridad y académico de la Universidad Panamericana.
Análisis de InSight Crime
Los analistas de seguridad tienen razón al señalar los grandes peligros a los que se enfrentan los miembros de las fuerzas armadas mexicanas que son enviados a luchar contra el crimen organizado. Sin embargo, la mayor proporción de la violencia la ha sufrido la población civil del país. Según un reciente informe de Milenio, 92.551 personas han muerto como consecuencia del crimen organizado desde que se inició la guerra contra las drogas. En otros conteos, esta cifra llega incluso a los 150.000.
El hecho de que el gobierno haya recurrido al ejército para combatir a los carteles —primero durante la administración Calderón y ahora con el presidente Enrique Peña Nieto— ha sido un factor fundamental para entender la alta cifra de muertos. El ejército ha estado implicado en varios casos de ejecuciones extrajudiciales, y su participación en la guerra contra las drogas se ha relacionado con un enorme aumento en los informes sobre torturas y abusos por parte de las fuerzas de seguridad de México.
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No resulta sorprendente que los estados con el mayor número de muertes de militares sean también aquellos donde el crimen organizado tiene una presencia más fuerte. En los estados fronterizos del norte, como Tamaulipas y Chihuahua, los grupos criminales se disputan las valiosas rutas del narcotráfico hacia Estados Unidos. Las guerras territoriales también han llevado a que Sinaloa, Michoacán y Guerrero se encuentren permanentemente entre los estados más violentos del país.