Un nuevo informe señala que las autoridades paraguayas han sido incapaces de detener un auge en la producción de marihuana, causada en parte por las incomparables ganancias que les genera a los agricultores, una tendencia que se refleja en otras zonas productoras de estupefacientes de la región.
Funcionarios de la Secretaría Nacional Antidrogas de Paraguay (SENAD) declararon al Washington Post en un reportaje publicado el 17 de agosto que la producción de narcóticos en el país va en aumento.
Según la Oficina de las Naciones Unidas para la Droga y el Delito (UNODC, por sus iniciales en inglés), Paraguay es el mayor productor de marihuana de Suramérica, y el cuarto mayor productor mundial, luego de México, Estados Unidos y Nigeria. Casi toda esta droga ingresa al mercado negro internacional, con menos de 1 por ciento destinado a abastecer la demanda doméstica en el pequeño país sin salida al mar, de menos de siete millones de habitantes, precisó el Washington Post.
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Un indicio del incremento de la producción es el repunte en los decomisos y la erradicación de marihuana —aunque también es plausible que haya incidencia de factores políticos en este incremento. Las autoridades paraguayas incautaron más de 700 toneladas de marihuana durante el primer semestre de 2017, más del doble de las 276 toneladas decomisadas a lo largo de todo 2016, según información publicada por EFE. Más aún, las autoridades estiman que para finales del año habrán destruido más de 2.400 hectáreas de plantaciones de marihuana, la que sería la mayor cifra en una década.
Las condiciones de extrema pobreza y la falta de presencia del Estado en las zonas productoras de marihuana han contribuido a la decisión de los residentes de cultivar el producto ilícito, según una investigación del diario Última Hora.
Por ejemplo, en el departamento de San Pedro —uno de los más pobres de Paraguay— los residentes deben pagar 1.000.000 de guaranís paraguayos (alrededor de US$180) para mantener una hectárea de mandioca, uno de los cultivos más extendidos del país. A cambio, obtienen apenas 500.000 guaranís paraguayos (unos US$90), según la información de Última Hora.
El artículo del Washington Post se hizo eco de esto, e informó que muchos habitantes ven la marihuana como un "cultivo comercial de alto riesgo y alto retorno" con un "mejor rendimiento" que la soja, el segundo mayor producto de exportación del país.
Análisis de InSight Crime
Paraguay ofrece otro ejemplo de cómo muchas veces las iniciativas del gobierno por controlar el crecimiento de cultivos ilícitos se quedan cortas frente a la ausencia de inversiones adecuadas para garantizar que los campesinos tengan alternativas económicas viables.
Por ejemplo, la rentabilidad relativamente alta del cultivo de coca para los pequeños agricultores en Colombia ha contribuido al récord de producción en el país andino. El programa de sustitución de cultivos en el país se ve afectado por diferentes problemas, y ha sido contrarrestado por un redoblado énfasis en la erradicación, que ha marginado a algunas comunidades cocaleras.
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Las autoridades de Guatemala también intentaron implementar en el pasado campañas de erradicación y programas de sustitución de cultivos para hacer frente al cultivo ilícito de opio. Pero han tenido problemas para controlar los cultivos y se vieron forzados a declarar un "estado de sitio" en el departamento de San Marcos —uno de los centros de la amapola en el país— en mayo de 2017, luego de que dos comunidades locales empleadas por carteles mexicanos supuestamente se vieran envueltas en un conflicto violento por el control de los campos de amapola en la zona.