El alto precio de una exótica madera ha provocado una marejada de destrucción en los bosques de Panamá, amenazando las selvas tropicales de la región a medida que los traficantes buscan satisfacer la demanda en Asia.
La madera de los árboles Cocobolo -un pariente del Palo de Rosa utilizado en costosas culatas, mangos de cuchillos y carpintería de alta gama- ha alcanzado un precio entre US$ 3.000 y US$ 4.000 por tonelada, causando que grandes extensiones de bosque sean taladas ilegalmente en las áreas protegidas que rodean al Lago Bayano y al Canal de Panamá, así como en el interior de la región sur de Darién, informó Crítica. El periódico afirmó que el comercio está siendo impulsado por los comerciantes asiáticos que contratan a indígenas de comunidades cercanas para realizar la tala.
Según Critica, dos oficiales de alto rango son actualmente objeto de una investigación interna de la Policía Nacional por sus aparentes vínculos con el comercio ilegal de Cocobolo.
China parece ser uno de los principales destinos de la madera Cocobolo, como lo destacó un envío de madera con un valor de US$ 4 millones que fue incautado recientemente, el envío estaba distribuido entre 13 contenedores y fue descubierto en el Puerto de Balboa -en la entrada del Pacífico del Canal de Panamá. La carga estaba catalogada como chatarra, pero las autoridades de aduanas panameñas encontraron 200 troncos de Cocobolo listos para ser enviado a Hong Kong.
El año pasado, las autoridades incautaron 700 metros cúbicos de madera de Cocobolo. El problema parece estar aumentando en 2014, con las autoridades afirmando que se han incautado 500 metros cúbicos en lo que va del año, sin incluir la redada de US$ 4 millones.
Análisis de InSight Crime
La intensa demanda de maderas exóticas en Asia, junto con la insuficiente supervisión y aplicación de la ley por parte de las autoridades en los empobrecidos países de donde proviene, ha estimulado la tala ilegal en la mayor parte de Centroamérica, así como en otras partes del mundo.
Según informes recientes, el mayor bosque protegido de Centroamérica, la Reserva de Biósfera Bosawas en Nicaragua, ha sido invadida por "mafias de la madera" controladas por Chinos que también operan con la ayuda de funcionarios corruptos. México también es un gran consumidor de madera importada en la región y se encuentra experimentando sus propios problemas con la deforestación ilegal.
Interpol estima que el comercio mundial de madera ilegal vale anualmente entre US$ 30 mil millones y US$ 100 mil millones.
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Aunque a veces cooptadas por los traficantes, las comunidades indígenas de Panamá también han sido muy críticas sobre la tala ilegal. Los Wounaan, quienes viven entre Panamá y Colombia en las inhóspitas selvas del Tapón del Darién, participaron recientemente en un documental sobre las amenazas planteadas por la deforestación cuando un grupo de leñadores ilegales que extrajeron madera de Cocobolo, asesinaran a un líder local.
Hay pocos indicios de que los robos estén vinculados con carteles de droga locales, pero el tráfico de droga también juega un papel en la deforestación ilegal, talando bosques para dar paso a pistas clandestinas, permitiendo el tránsito de drogas y la construcción de ranchos de ganado utilizados para lavar dinero. Un estudio reciente de la Universidad Estatal de Ohio encontró que las tasas de deforestación se cuadruplicaron en Honduras entre 2007 y 2011, un período durante el cual el país fue testigo de un aumento en el tráfico de drogas y la actividad del crimen organizado.