Una operación conjunta entre fuerzas de seguridad de Colombia y Australia ha desarticulado una presunta red de narcotráfico, una nueva señal de que el crimen organizado colombiano está buscando acceder a nuevos mercados globales.
Cinco australianos y un colombiano fueron acusados de tráfico de drogas después de que agentes de seguridad incautaran casi media tonelada de cocaína y metanfetamina en allanamientos en ambos países, informó The Associated Press.
La operación conjunta inició en mayo de 2014, cuando la policía colombiana alertó a sus homólogos australianos sobre la llegada de un presunto narcotraficante al país, según The Associated Press. La policía de Australia empezó a vigilar al hombre, quien los condujo a sus socios australianos.
Como resultado de labores de inteligencia, la policía colombiana descubrió en enero 243 kilos de cocaína ocultos entre flores que iban a ser exportadas a Europa, y en febrero otros 10 kilos destinados a Australia.
En Australia, la policía descubrió 230 kilos de metanfetamina líquida oculta en botellas de limonada en una bodega en Sidney, lo que al parecer estaría relacionado con la misma red de narcotráfico.
Análisis de InSight Crime
Australia es uno de los mercados emergentes más atractivos para los narcotraficantes. El país tiene una de las tasas de consumo de drogas per cápita más altas del mundo y ofrece uno de los mayores márgenes de ganancias para las drogas importadas.
Este caso es uno de muchos que sugieren que las redes del crimen organizado colombianas están tratando de incursionar en ese mercado. En el último año, nacionales colombianos fueron detenidos tanto por ingresar drogas a Australia como por distribuirlas dentro del país.
Lo anterior hace parte de un fenómeno que InSight Crime ha observado en investigaciones tanto en América como en Europa: la migración del crimen organizado colombiano, ahora ha establecido negocios en muchos países del mundo, incluyendo a Bolivia y España.
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Es probable que la búsqueda de nuevas rutas y mercados sea una respuesta al dominio que ejercen los carteles mexicanos sobre el tráfico de drogas hacia Estados Unidos, que ha limitado a los colombianos al papel menos lucrativo de proveedores en lo que se refiere al mercado de cocaína más grande del mundo. Los colombianos no tienen el poder suficiente para enfrentar a los mexicanos por el derecho a traficar drogas hacia Estados Unidos, lo cual los ha obligado a buscar otros mercados, si pretenden estar bien posicionados en la cadena de valor del tráfico de drogas.
Sin embargo, esto no representa una incursión de carteles de droga monolíticos. El hampa de Colombia está más fragmentado y descentralizado que nunca, y —como lo sugieren este caso y otros más— el modelo predominante en este tipo de operaciones parece ser el de redes pequeñas y descentralizadas.