Una serie de ataques coordinados contra las plantas eléctricas y estaciones de servicio en Michoacán, México, han llevado a otro nivel el conflicto del estado entre los carteles de la droga y los grupos de autodefensa, planteando una vez más la cuestión de la "narcoinsurgencia".
Bombas de fabricación casera y disparos fueron lanzados hacia 18 plantas eléctricas y seis estaciones de servicio en varias ciudades de todo el estado de Michoacán el 27 de octubre, provocando que más de 420.000 residentes perdieran el servicio de energía eléctrica, informó Animal Político. Selene Vázquez, presidenta de la Comisión de Justicia del Congreso de Michoacán, culpó al grupo criminal de los Caballeros Templarios del ataque.
El mismo día, un tiroteo en la ciudad de Apatzingán dio como resultado la muerte de seis personas, con informes contradictorios sobre quiénes eran las víctimas. Mientras Milenio señaló que se creía que cinco de ellas eran narcotraficantes y una era un miembro de un grupo de autodefensa, según Sin Embargo, los informes sugirieron que todos los muertos eran de las autodefensas.
Los ataques y tiroteo ocurrieron un día después de que cientos de autodefensas de pueblos de la violenta región de "Tierra Caliente" de Michoacán entraran a Apatzingán para tratar de expulsar a los Caballeros Templarios de la zona, informó EFE.
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Según El Universal, los grupos de autodefensas buscaban forzar la salida de la policía municipal. Se produjo un enfrentamiento armado en el que al menos dos miembros de las fuerzas de autodefensa fueron heridos, antes de que las fuerzas de seguridad intervinieran para evitar una batalla sin cuartel, según Milenio.
Luego de los atentados a la infraestructura, centenares de residentes de Apatzingán protestaron por la incursión de las autodefensas –una protesta que negaron haber sido incitada por los Caballeros Templarios–.
Análisis de InSight Crime
Si bien en el pasado las organizaciones narcotraficantes han atacado la infraestructura de las empresas multinacionales en México, enfocarse en los servicios públicos estatales es algo nuevo. Dado que los Caballeros Templarios afirman que defienden los intereses de las comunidades locales, la idea de que ellos lleven a cabo una acción que afecta tan negativamente a las comunidades parece contraproducente –a no ser que se trate de un ataque en venganza contra los grupos de autodefensa y sus presuntos simpatizantes–.
Se ha sugerido que México está experimentando una llamada narcoinsurgencia, en la que los grupos criminales tratan de atacar al estado con el fin de ganar total autonomía y control sobre su territorio. Los Caballeros Templarios, en particular, se han posicionado a sí mismos como un movimiento social popular, y el uso de tales tácticas, como tener como objetivo la infraestructura energética, hace eco a los métodos empleados por insurgentes como las guerrillas izquierdistas de Colombia.
No obstante, aparte de los ataques contra las fuerzas de seguridad, los grupos criminales de México no suelen centrarse en el estado y no ofrecen una alternativa coherente al gobierno tradicional, por lo que aunque empleen tácticas similares a las usadas por los grupos guerrilleros, no cumplen con los más básicos criterios de una insurgencia –que sí buscan derrocar al gobierno–.