La guerrilla del ELN de Colombia ha perpetrado varios ataques desde el anuncio de su participación en las conversaciones preliminares de paz con el gobierno; un clásico medio para tratar de fortalecer su posición en la mesa de negociación que podría resultar contraproducente.
El 30 de junio, el Ejército de Liberación Nacional (ELN) se responsabilizó por una bomba detonada afuera de una pequeña estación de policía en Bogotá, informó El Espectador. El ataque, perpetrado el 20 de junio, dejó dos policías y un civil heridos, y afectó varios edificios cercanos. En un comunicado en su página de Internet, el ELN dijo que el ataque fue perpetrado por guerrilleros del Frente de Guerra Oriental, que opera en el departamento de Arauca, ubicado a más de 600 kilómetros de Bogotá.
El ELN también ha anunciado un paro armado para celebrar su aniversario número 50. El grupo dijo que el paro se realizará entre el 3 y el 6 de julio, y que afectará a los negocios y carreteras en los departamentos de Arauca, Boyacá, Casanare, Santander y Norte de Santander, todos cercanos a la frontera con Venezuela.
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El paro fue anunciado un día después de que el ELN detonara explosivos en un complejo de una compañía petrolera en Arauca, hiriendo de gravedad al menos a 13 personas. En respuesta, el ministro de Defensa Juan Carlos Pinzón, llamó al bombardeo "un acto de absoluta cobardía" y afirmó que el ELN no tendrá éxito en presionar al gobierno.
Análisis de InSight Crime
Los recientes atentados del ELN representan un cambio en las tácticas habituales de la organización. Con su base de operaciones en el oriente de Colombia, cerca de la frontera con Venezuela, la organización se ha caracterizado por sus ataques a la infraestructura económica, y por el uso del secuestro y la extorsión como fuentes de ingresos.
Aunque el ELN ataca frecuentemente los oleoductos y pozos de petróleo, el enfoque en los empleados de las compañías petroleras no es tan común. Explotar una bomba en Bogotá también es bastante inusual, y probablemente fue una estrategia diseñada para llamar la atención, con la esperanza de obtener más poder de negociación en las conversaciones preliminares de paz con el gobierno colombiano.
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Sin embargo, este enfoque puede ser contraproducente pues la administración del presidente Juan Manuel Santos ha prometido continuar con las operaciones militares contra el ELN y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), otra organización guerrillera, hasta que se hayan alcanzado acuerdos de paz con cada uno de los grupos.
También es probable que el gobierno presente cualquier eventual acuerdo de paz con el ELN a un referéndum. Las elecciones presidenciales más recientes indicaron que el país está profundamente dividido sobre la cuestión de la paz, y los ataques contra civiles desarmados y los bombardeos en Bogotá no van a generar apoyo público para un acuerdo.