Una serie de atentados de alto nivel perpetrados por la guerrilla de Paraguay EPP, ha generado preocupaciones de que la organización esté ganando fuerza a pesar de un asalto de las fuerzas de seguridad, aunque centrarse en esta insurgencia relativamente pequeña podría distraer la atención frente a las amenazas de seguridad más serias.
El 4 de julio miembros del Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP) presuntamente volaron una torre de electricidad en el norte del país, afectando a cientos de miles de personas y causando perdidas que han sido estimadas en un millón de dólares.
El día siguiente, miembros del EPP presuntamente secuestraron a un agente de la policía también en el norte de Paraguay.
Ambos ataques ocurrieron pocos días antes de que la victima de secuestro de 16 años, Arlan Fick, quien fue tomado como rehén en abril de este año, cumpliera 100 días en cautiverio.
Según un editorial reciente de ABC Color, el EPP ha perpetrado más de 85 actos de destrucción de bienes y causado la muerte de cerca de 50 personas desde que el presidente Horacio Cartes asumió el cargo en agosto de 2013. Según los informes, la organización ha aumentado en tamaño, formado nuevas células operativas y se ha vuelto más agresiva, adoptando nuevas tácticas políticas y de intimidación.
Análisis de InSight Crime
Durante los últimos años las autoridades paraguayas han expresado preocupación acerca de que el EPP esté ganando poder, y el presidente Cartes ha convertido la lucha contra el EPP en una parte clave de su política de seguridad, e incluso creó una nueva Fuerza de Tarea Conjunta (FTC) de seguridad para luchar contra la insurgencia. Actualmente hay planes en marcha para aumentar la presencia militar en el norte de Paraguay hasta en un 50 por ciento.
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A pesar de estos esfuerzos, durante la actual administración el EPP ha llevado a cabo una cantidad récord de ataques. El uso reciente de explosivos y el secuestro de un oficial de policía sin demandar dinero por su rescate -probablemente como un acto de intimidación- constituyen nuevos indicios de que el grupo está evolucionando.
Sin embargo, aunque el grupo ha crecido en tamaño desde que se estableció formalmente en 2008, sigue siendo pequeño y se cree que sólo cuenta con menos de 100 miembros. A pesar de su creciente fuerza, tanto su capacidad militar como su papel en el hampa son mínimos en comparación con otros grupos insurgentes de la región, como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
El enfoque actual del gobierno en el EPP ha generado preocupaciones de que las fuerzas de seguridad no estén dedicando suficiente atención a la amenaza posiblemente más grande que plantean los grupos narcotraficantes locales y la presencia de organizaciones criminales de Brasil, a medida que el país se vuelve cada vez más importante en el tráfico de drogas de la región.