La deforestación en la Amazonia brasileña, la cual alcanzó su punto más bajo en 2012, está aumentando de nuevo según las autoridades, y evidencia las dificultades para encontrar una solución sostenible a la amenaza que representan los ecotraficantes y otros actores que saquean los recursos naturales de la región.
La ministra del Medio Ambiente de Brasil, Izabella Teixeira, reveló que 5.843 kilómetros cuadrados de la Amazonía brasileña fueron deforestados entre agosto de 2012 y julio de 2013, en comparación con los 4.571 kilómetros cuadrados en el mismo periodo del año anterior, lo que representa un aumento del 28 por ciento, informó El Nuevo Herald. Gran parte del aumento se atribuyó al estado de Pará, con un incremento del 37 por ciento sobre el año anterior, y Mato Grosso, con un incremento del 52 por ciento.
La noticia revierte una tendencia de una disminución general de las tasas de deforestación desde 2004, con el país reportando el nivel más bajo de deforestación desde 1988, en noviembre de 2012.
Teixeira dijo que el gobierno tenía más de 1.000 agentes -incluyendo el ejército, la policía y los fiscales ambientales- trabajando en la región para detener las actividades ilegales y que las autoridades habían realizado 3.921 investigaciones y 148 arrestos relacionados con la deforestación en lo que va del año.
Análisis de InSight Crime
La tala ilegal es la actividad que saca el mayor provecho de las ganancias que se obtienen en la Amazonía brasileña, que representa hasta un 80 por ciento de toda la tala en la región, aunque el problema también es alimentado por los ganaderos y los mineros ilegales.
Brasil ha tomado algunas medidas para luchar contra los delitos medioambientales, comprando aviones no tripulados en 2011 para monitorear la deforestación y desplegando tropas para combatir la minería ilegal y otras actividades ilícitas en la frontera norte de la Amazonía, como parte de un aumento de la seguridad en 2012. Sin embargo, la falta de presencia de aviones no tripulados en algunas regiones afectadas ha permitido que la tala ilegal continúe a buen ritmo, e incluso las bandas peruanas ya se han involucrado en este comercio.
El acalorado conflicto sobre el uso de la tierra en una de las regiones más biodiversas del mundo, puede verse en las numerosas y continuas amenazas contra los activistas medioambientales en la Amazonia brasileña, con más de 1.000 personas asesinadas en dos décadas, según algunas estimaciones, y pocas condenas estos homicidios. Varios activistas fueron asesinados en Pará en 2011 y otro activista se vio obligado a huir de su hogar en el Amazonas en 2012. En un caso famoso, una monja de Estados Unidos y activista medioambiental fue asesinada en 2005 por hacer campaña en la región.
La tendencia no se limita a Brasil: Latinoamérica en conjunto, con su riqueza de recursos naturales, fue catalogada recientemente como la región más peligrosa del mundo para los ecologistas.