La tasa de homicidios en El Salvador será la más baja en años, pero a la par el número de desapariciones ha aumentado drásticamente, una señal de que el gobierno de El Salvador no tiene el control total de los problemas de seguridad, como lo dan a entender las cifras iniciales.

Con el cierre de 2018 cerca, las nuevas cifras de la Policía Nacional Civil (PNC) de El Salvador cuentan una historia de dos países.

La tasa de homicidios ha caído a sus mínimos desde la tregua de pandillas de 2012, con un registro de 3.151 homicidios hasta el 7 de diciembre. Sin embargo, hay denuncias de 3.382 desaparecidos, casi 200 más que el año anterior.

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Este año, un promedio de 7 a 10 salvadoreños desaparecieron cada día, según información publicada por El Diario. El número de los desaparecidos ha aumentado en forma constante a lo largo de los años, y 2018 terminará con 2.000 nombres más en la lista de desaparecidos que los registrados hace tres años.

El 11 de diciembre, la Fiscalía General anunció una nueva estrategia dirigida a facilitar una respuesta más efectiva a las denuncias de desaparecidos. Desarrollado conjuntamente con el gobierno canadiense y la Oficina de las Naciones Unidas para la Droga y el Delito (ONUDD), el protocolo permite a las autoridades comenzar la búsqueda tan pronto se haga la denuncia.

Análisis de Insight Crime

El gobierno salvadoreño promociona la reducción en las cifras de homicidios para celebrar el éxito de su ofensiva contra el crimen, pero con el continuo incremento de los números de desaparecidos, parece que esas cifras son una mera ilusión y que los índices de inseguridad siguen igual.

Desde 2015, las tasas de homicidios han exhibido un descenso consistente año a año, de modo que los actuales números se sitúan casi 50 por ciento por debajo de los registros de hace un trienio. Las cifras de desapariciones han funcionado casi como un reflejo al contrario, con un aumento constante cada año.

Existen diversas razones por las que puede clasificarse un mayor número de personas como desaparecidas, en lugar de asesinadas.

La primera tiene que ver con los motivos de los mismos perpetradores. Durante la tregua de 2012, hubo una caída similar en los homicidios y un alza de las desapariciones. Se cree que los pandilleros escondían los cadáveres para difundir una apariencia de paz.

Aunque la tregua ya no está en vigor, hay otras razones por las que las pandillas pueden estar cubriendo sus crímenes. Las duras medidas antipandillas han motivado un alza de las detenciones y enjuiciamiento. Los criminales pueden estar eliminando la evidencia con la esperanza de elevar su inmunidad.

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La segunda razón es más política. Con la celebración de elecciones presidenciales en febrero, la seguridad es prioridad en la mente de todos los votantes. Si el partido gobernante Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) desea conservar el poder, es esencial que mantenga bajas las tasas de homicidios.

Al contar como desaparecidos a muchos que casi con certeza están muertos, el gobierno puede mantener la apariencia de haber hecho importantes progresos en el problema de los crímenes violentos que aqueja al país.

Tercero, la incapacidad recurrente del gobierno para enfrentar las desapariciones. Según El Mundo, tanto el ministro de justicia y seguridad pública, Mauricio Ramírez, como el jefe de la PNC, Howard Cotto, han indicado que no existe un registro oficial centralizado de los desaparecidos. Esta falta de infraestructura administrativa hace en extremo difíciles los intentos de búsqueda.

El nuevo protocolo de acción urgente busca establecer una base de datos de desaparecidos que sea coherente y debe garantizar mecanismos de búsqueda más eficientes. Sin embargo, la estrategia es en gran parte reactiva y hace poco para resolver los problemas de seguridad que crean un clima en el que pueden ocurrir tantas desapariciones.