Funcionarios de los gobiernos de Bolivia y Colombia firmaron un acuerdo de coordinación bilateral contra el narcotráfico, un avance importante en la búsqueda por llenar el vacío de información sobre narcotráfico que dejó la salida de la DEA de Bolivia en 2009.
Según los informes, el acuerdo firmado el 15 de julio busca que los países coordinen más efectivamente el flujo de información y las labores de inteligencia. Felipe Cáceres, el viceministro boliviano de Defensa Social, mencionó la “responsabilidad compartida” que ambos países tienen para mejorar su lucha contra el tráfico de drogas y enfatizó en las ventajas que ofrecerá el acuerdo en cuanto a coordinación en “tiempo real”.
Específicamente, el pacto bilateral dará prioridad al intercambio de funcionarios antidrogas y abrirá nuevas líneas de comunicación de inteligencia. El acuerdo fue mostrado como parte de una estrategia para identificar los “puntos blancos” y los “peces gordos” de las redes transnacionales de drogas de ambos países.
Tras la salida de la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA por sus iniciales en inglés) de Bolivia en 2009 y la posterior expulsión de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID por sus iniciales en inglés) en 2013, la Unión Europea (UE) se encargó de llenar parcialmente el vacío dejado por la agencia antidrogas. Sin embargo, Estados Unidos tenía un papel muy importante en la recolección de datos y en la inteligencia estratégica de Bolivia que la UE no ha podido llenar. La recolección de datos, particularmente con Colombia, es una de las debilidades de la actual lucha de Bolivia contra el crimen organizado transnacional.
Análisis de InSight Crime
Si bien el acuerdo representa un avance en la dirección correcta, todavía queda un largo camino por recorrer. Desde los tiempos del boom de la cocaína, Colombia y Bolivia han tenido una larga historia de vínculos cercanos, y aún fuertes, en relación con el tráfico de drogas. Actualmente, las redes de narcotráfico colombianas están traficando cocaína producida en Bolivia, una dinámica propia de la era de Pablo Escobar.
La aparición de Bolivia como el nuevo epicentro de la droga en Suramérica hace que este acuerdo sea aún más importante. Bolivia es un lugar muy atractivo para las operaciones de las redes colombianas, no solamente por ser un productor de coca relativamente barata, sino también porque comparte una extensa frontera con Brasil, el segundo mayor mercado de consumo de drogas en el mundo. Las fronteras de Bolivia con Argentina y Brasil, países importantes en la salida de cargamentos de drogas hacia los lucrativos mercados europeos y asiáticos, también hacen del país andino un lugar muy deseable en la cadena de producción y distribución de drogas de Suramérica.