Bolivia podría estar buscando reforzar su estrategia antinarcóticos en 2016, en medio de indicios de una creciente presencia de organizaciones criminales transnacionales dentro de sus fronteras, lo cual ha puesto de relieve su papel como epicentro de drogas en la región.
El 11 de enero, el presidente Evo Morales le pidió al Alto Mando Militar de las Fuerzas Armadas (FFAA) que fortaleciera la seguridad fronteriza en Bolivia, informó La Razón. En la reunión, la primera de 2016 entre el presidente y la FFAA, Morales expresó su preocupación específica por el tráfico de drogas en algunos de los parques nacionales de Bolivia.
Morales hizo su petición el mismo día que Felipe Cáceres, viceministro de Defensa Social y Sustancias Controladas, reconoció que los representantes de organizaciones criminales de Brasil, México y posiblemente de países centroamericanos, tienen presencia en Bolivia.
Cáceres anunció que el gobierno está tratando de erradicar por lo menos 5.000 hectáreas de coca en el año 2016 —una cifra menor a las metas de años anteriores—. Cáceres también señaló que entre 2014 y 2015 fueron confiscados 65 narcoaviones.
Análisis de InSight Crime
Las declaraciones de las autoridades bolivianas se presentan en un momento en el que se intensifica la situación de Bolivia como país de tránsito de drogas ilícitas, además de su antiguo rol como productor de drogas. Bolivia es el punto central del puente aéreo de cocaína que, según una estimación, incluye el transporte de 200 toneladas de cocaína cada año desde Perú a Bolivia, y luego hacia otros países.
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No sorprende que Felipe Cáceres acuse a las organizaciones criminales brasileñas de tener representantes trabajando en Bolivia. Brasil ocupa el segundo lugar entre los países consumidores de drogas ilícitas, después de Estados Unidos. Para suplir esta demanda, las dos organizaciones criminales más poderosas de Brasil, el Primer Comando Capital (PCC) y Comando Vermelho (CV), han aumentado su presencia en otros países de Suramérica.
Teniendo en cuenta la cantidad estimada de la cocaína que pasa de Perú a Bolivia por aire, 65 narcoaviones decomisados es un número relativamente pequeño. Esto se debe en parte a que las fuerzas de seguridad de Bolivia carecen de los equipos necesarios para interceptar vuelos cargados de drogas. Sin embargo, el pasado mes de noviembre, Bolivia acordó hacer una compra por un valor de US$215 millones en radares de una empresa francesa, con el fin de utilizarlos en sus esfuerzos de lucha contra los estupefacientes, por lo que su capacidad para rastrear narcoaviones deberá aumentar drásticamente una vez los equipos comprados sean implementados.