Las autoridades de Brasil han desmantelado una red criminal que afirman es la organización que más se ha beneficiado de la deforestación de la Amazonía brasileña, en una rara victoria contra la impunidad generalizada de la que gozan los grupos que se benefician de la tala ilegal y el tráfico de tierras.
En una operación conjunta entre la policía federal y el Instituto Brasileño del Medio Ambiente y Recursos Naturales (IBAMA, por sus siglas en portugués), los funcionarios detuvieron a ocho miembros de "la organización más grande de deforestación de la Amazonía del país”, según la policía, informó AP.
La red es acusada de invadir enormes extensiones de terrenos públicos, donde habrían quemado la selva y parcelado la tierra para venderla ilegalmente a granjeros y agricultores. Los ocho sospechosos enfrentan cargos de invasión de tierras públicas, evasión de impuestos, lavado de dinero y crímenes ambientales, informó EFE.
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Según funcionarios del gobierno, la organización ha sido la responsable del 10 por ciento de la deforestación en la selva tropical en los últimos dos años, y los daños ambientales causados por el grupo son de más de US$229 millones, informó El País.
Si son hallados culpables, los sospechosos podrían enfrentar hasta 50 años de cárcel.
Análisis de InSight Crime
La Amazonía brasileña es una mina de oro criminal para los traficantes de tierras, fauna silvestre, y para los madereros ilegales, quienes se apropian de las gigantescas ganancias pero que rara vez son enjuiciados por estos crímenes.
Este tipo de redes son una de las principales causas de la deforestación, ya sea por la tala ilegal -que según cifras del gobierno brasileño representa cerca del 80 por ciento de la tala en el país- o por el tráfico de tierra para la ganadería y el sector agrícola, crímen en el que presuntamente incurría el grupo.
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A pesar de la adopción de medidas tales como el envío de tropas a las regiones selváticas, del uso de aviones no tripulados para vigilar los crímenes ambientales y de la implementación de un sistema de "cadena de custodia" para rastrear las exportaciones de madera (pdf), el Estado brasileño ha tenido problemas para controlar los crímenes ambientales, y la impunidad sigue siendo la norma en este tipo de casos.
Aunque la escala de las operaciones del grupo recientemente detenido no es tan extensa como se ha mostrado, el caso representa una bienvenida excepción a la norma de los Estados latinoamericanos que vuelcan sus miradas frente al ecotráfico.
La adopción de medidas para hacer frente a este tipo de redes es un asunto urgente, pues éstas no sólo causan un daño devastador -y en ocasiones irreversible- al medio ambiente, sino que también generan significativos niveles de violencia, lo que ha hecho que Brasil sea el país más peligroso del mundo para los ecologistas.