Presuntamente, los criminales en Honduras han comenzado a secuestrar autobuses enteros llenos de pasajeros con el fin de robarles, lo que recuerda a los ataques llevados a cabo por los guerrilleros colombianos y los carteles mexicanos, e ilustra la anarquía en gran parte del país.
Los autobuses que viajan en el área metropolitana de Tegucigalpa, la capital, han sido desviados a la fuerza de sus rutas, al tiempo que los pasajeros son robados a mano armada, según contaron las víctimas al diario La Tribuna.
En un caso, dos hombres que habían abordado anteriormente al autobús como pasajeros se levantaron y anunciaron el asalto, apuntando sus armas a los pasajeros y diciéndoles que si intentaban algo o se interponían, morirían. El conductor fue golpeado con la pistola y obligado a conducir a un lugar donde los ladrones obligaron a los pasajeros a entregar carteras, joyas y teléfonos celulares; una joven casi recibe un tiro cuando protestó por tener que entregar sus tenis junto con su salario.
Una víctima de un ataque similar dijo a La Tribuna que el autobús había pasado a través de un retén de la policía, mientras que el robo estaba en marcha, pero los oficiales no notaron que algo raro estuviera sucediendo al interior del vehículo.
Análisis de InSight Crime
Las pandillas de ladrones que son capaces de tomar buses llenos de pasajeros como rehenes no tienen miedo alguno de la fuerza pública, o no tienen la necesidad. En México, ha habido informes de los Zetas presuntamente atacando a una serie de autobuses y matando a las personas a bordo. Según el testimonio de un sobreviviente, los Zetas también han obligado a los pasajeros a luchar hasta la muerte, y han "reclutado" a los ganadores para trabajar para el cartel. Durante el cénit del conflicto armado colombiano, la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) instalaron retenes en las carreteras aisladas y robaron a quienes pasaban, secuestrando a quienes parecían capaces de pagar un rescate considerable.
Los delincuentes en Honduras gozan de impunidad generalizada, ya que la policía es una de los más corruptas y desconfiables en Latinoamérica. Que los ladrones sean capaces de pasar a través de retenes policiales, mientras que tienen como rehenes a los pasajeros de un autobús a punta de pistola es un buen ejemplo de cuán débil es en realidad el Estado en Honduras, y lo fácil que es para los delincuentes actuar sin temor a las consecuencias.