Los homicidios en Medellín, Colombia, se redujeron en más del 60 por ciento en octubre respecto al mismo mes del año pasado; una reducción que probablemente se encuentra vinculada a una pax mafiosa alcanzada entre las dos organizaciones criminales más poderosas de la ciudad.
En octubre de 2013, Medellín registró 44 asesinatos, lo que representa una reducción del 63 por ciento en comparación con los 121 asesinatos registrados en octubre de 2012, informó El Tiempo. Los homicidio llevaron el número total de asesinatos en Medellín este año a 798, ubicando a la ciudad en camino a terminar el año muy por debajo del total registrado en 2012, con 1.247.
Funcionarios acreditan las estadísticas favorables a una mayor inversión en la seguridad y a la coordinación entre la policía y el gobierno municipal. No obstante, el Instituto Popular de Capacitación (IPC), una ONG con sede en Medellín, atribuyó la reducción de la violencia a la reciente tregua entre los dos grupos criminales más importantes de Medellín, la Oficina de Envigado y los Urabeños.
El director del IPC, Diego Herrera, señaló que aunque los homicidios han disminuido, esta caída ha correspondido con un aumento en las desapariciones. El IPC también señaló que no han disminuido las actividades criminales como el microtráfico y el desplazamiento forzado.
Análisis de InSight Crime
La Oficina de Envigado, una facción criminal del Cartel de Medellín de Pablo Escobar, y los narcoparamilitares de los Urabeños, se habían estancado en una violenta disputa por el control de Medellín, lo que estalló tras la captura de Erickson Vargas Cárdenas, alias "Sebastián", en 2012 -un arresto que dejó fracturada a la Oficina y su control sobre la ciudad extremadamente debilitado-.
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Sin embargo, la violencia generalizada que siguió fue mala para el negocio, por lo que los partidarios de cuello blanco de la mafia -miembros de las élites sociales y económicas de la ciudad que operan en negocios legales e ilegales- intervinieron para negociar una tregua. Las dos partes acordaron poner fin a la guerra y cooperar en su lugar, aprovechando sus distintas fortalezas -las rutas de tráfico de drogas internacional de los Urabeños y el control de la Oficina sobre las redes criminales de Medellín-.
Los resultados hasta ahora parecen comparables con la tregua entre pandillas de El Salvador, negociada entre las pandillas de la Mara Salvatrucha (MS- 13) y Barrio 18, que también redujo drásticamente los homicidios, pero generó interrogantes sobre el aumento de las desapariciones, con los críticos sugiriendo que las pandillas ahora esconden los cuerpos después de cometer asesinatos para mantener la paz intacta.
No obstante, mientras que la tregua de El Salvador fue facilitada y apoyada por el gobierno y los grupos de la sociedad civil, el pacto de Medellín es una empresa puramente criminal diseñada, no para llevar la paz a la ciudad, sino para repartirse los botines criminales.