Tiroteos, incendios provocados y motines en las prisiones tienen sumido en el caos a un estado en el nororiente de Brasil, lo cual recuerda los desafíos de seguridad en un área donde la atención está puesta en los Juegos Olímpicos que se celebrarán próximamente en Río de Janeiro.
Grupos de vándalos han quemado al menos 26 autobuses, disparado contra siete edificios públicos y puesto explosivos en 23 ciudades del estado nororiental de Rio Grande do Norte, informó Folha. Además, diecisiete prisioneros escaparon de un centro penitenciario en Natal, donde se están produciendo la mayor parte de los disturbios. Según El País, las autoridades han registrado 80 incidentes similares desde el 29 de julio y han arrestado a unos 70 sospechosos.
La inseguridad general paralizó el sistema de transporte público durante el fin de semana, y sólo el 50 por ciento de los autobuses están actualmente en circulación. Las universidades cancelaron clases el 29 de julio y no volverán a abrir hasta el 4 de agosto, informó Folha.
El gobernador de Rio Grande do Norte, Robinson Lima, dijo que este brote de violencia surgió como respuesta a la instalación de bloqueadores de teléfonos celulares en la prisión de Parnamirim la semana pasada. Muchos de los que ordenaron los ataques están cumpliendo condenas en Parnamirim, según Wallber Virgolino, jefe de la Secretaría de Justicia y Seguridad del estado.
El grupo que ha sido culpabilizado por lo que las autoridades han llamado "actos de terrorismo" es conocido como el Sindicato del Crimen, una facción disidente del Primer Comando Capital (PCC), una de las pandillas más grandes de Brasil.
El presidente interino Michel Temer autorizó el despliegue de 1.200 efectivos del ejército en el estado, con el fin de restablecer el orden. Se espera que las fuerzas de seguridad adicionales permanezcan en la zona por dos semanas.
Análisis de InSight Crime
La atención internacional está puesta en Río de Janeiro, sede de los Juegos Olímpicos, cuya inauguración está programada para este 5 de agosto. No obstante, se le ha prestado mucha atención a las posibles amenazas de seguridad que podrían plantear los grupos criminales y terroristas durante los juegos. La caótica situación que se está presentando en Rio Grande do Norte recuerda, sin embargo, que el noreste del país se ha convertido en el principal centro de la violencia en Brasil —y lo seguirá siendo mucho después de la clausura—.
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Si bien la violencia ha disminuido significativamente en el sur de Brasil desde principios del siglo XXI, en el noreste ha ocurrido lo contrario. Entre 2001 y 2011, las tasas de homicidio se redujeron un 76 y 44 por ciento en São Paulo y Río de Janeiro, respectivamente, pero aumentaron cuatro veces en Rio Grande do Norte. Los cinco estados más violentos de Brasil en el año 2015 están ubicados en el noreste del país.
Los eventos en Rio Grande do Norte son también una muestra de cómo las prisiones generan inseguridad en la región. Más del 10 por ciento de los homicidios en el estado están relacionados con las prisiones, según afirman las autoridades. Esto se debe al poder de las pandillas, así como al excesivo hacinamiento y al débil control de las autoridades en las prisiones. Los penales del estado están funcionando al doble de su capacidad máxima, y unos 300 reclusos han escapado desde comienzos de 2015.