La reciente captura de un coronel del ejército de Guatemala por lavar dinero de la MS13 alerta sobre la creciente sofisticación de las operaciones de las pandillas y sus vínculos con las fuerzas de seguridad.
El 18 de abril, el Ministerio Público (MP) de Guatemala confirmó la captura del coronel Ariel Salvador de León, por presunto lavado de dinero proveniente de las extorsiones de la Mara Salvatrucha (MS13), durante la presentación de los resultados de la Operación Escudo Regional 2, desarrollada en los tres países del Triángulo Norte con el apoyo del gobierno de Estados Unidos.
A través de la investigación se determinó que el líder de la clica “Hamster Locos Salvatrucha” de la MS13 le entregaba el dinero producto de las extorsiones al propietario de un comercio de servicio automotriz, cuyo hijo se reunió con el coronel en al menos una oportunidad en junio de 2017, según escuchas realizadas por el MP “para la realización de negocios con fuertes cantidades”.
Las más de noventa personas capturadas en 14 de los 22 departamentos del país son vinculadas a seis clicas de la MS13 y son señalados de asesinato, asociación ilícita, extorsión, intimidación y lavado de dinero.
Hasta su captura, el coronel era el segundo al mando en el departamento de Quetzaltenango. Salvador de León también se había desempeñado como director de Logística del Estado Mayor del Ministerio de Defensa, donde participó en proyectos regionales enfocados en la lucha contra el crimen organizado.
El militar, que reportó al gobierno un salario mensual de Q10.000 (US$1.300), llegó a tener en sus cuentas bancarias más de 13 millones de quetzales (cerca de US$2 millones) entre los años 2009 y 2017.
En entrevista con Emisoras Unidas, Emma Flores, la jefa de la Fiscalía contra el Delito de Extorsión, señaló que Salvador de León “era importante (…), el papel que hacía era ingresar al sistema bancario el dinero de cobros criminales de la Mara Salvatrucha, sobretodo extorsiones”.
Otro de los capturados durante la operación fue el jefe de la comisaría de la ciudad de Chimaltenango, quien es señalado de haber filtrado información que habría frustrado operaciones anteriores contra miembros de una de las clicas desmanteladas.
Según un informe del MP sobre la operación al que tuvo acceso InSight Crime, “se estableció que el fenómeno criminal de la extorsión ha evolucionado en los últimos años, al inicio el dinero que las estructuras criminales obtenían era utilizado como un medio de subsistencia o bien utilizado para la compra de armas, vehículos o drogas, utilizados para realizar los hechos delictivos en contra de las víctimas”.
Análisis de InSight Crime
Aunque operaciones en otros países del Triángulo Norte han revelado fuertes vínculos entre miembros de las fuerzas de seguridad y hasta de alcaldes con las pandillas, la captura de Salvador de León podría ser vista como una señal de alerta sobre la expansión y creciente sofisticación de las actividades de las pandillas en Guatemala.
Hasta ahora, estos grupos parecían haber limitado su alcance a funcionarios de nivel medio que participaban de manera menos activa en sus operaciones, como el caso del comisario de Chimaltenango.
Si bien es cierto que en el pasado militares de alto rango en Guatemala han sido vinculados con el crimen organizado, el caso de Salvador de León es el primero en que un coronel del ejército es señalado como pieza clave en la estructura de lavado de dinero de una pandilla.
Según el informe del MP, más recientemente las pandillas han pasado a buscar personas externas a la organización para que laven dinero producto de sus actividades ilícitas.
El ex subdirector general de investigación criminal de la Policía, Stu Velasco, explicó que “en los últimos tres años se ha manifestado que jefes de pandillas o clicas a nivel nacional se han asentado en áreas sociales distintas a las de sus orígenes como barrios, colonias y asentamientos y han pasado a áreas residenciales exclusivas de la ciudad capital y occidente de Guatemala”.
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“De hecho, la detención de un oficial del Ejército con el grado de coronel, podría confirmar que dentro de su planteamiento estratégico criminal las pandillas mutaron a otras actividades criminales en donde fue importante buscar de este tipo de actores o consideran que esta infiltración es estratégica para pasar inadvertidos”, añade.
En este contexto, es difícil afirmar que el coronel realmente hiciera parte de la pandilla de la manera en que tradicionalmente se entienden estas relaciones.
Aunque las características del coronel, un hombre de más de 50 años, simplemente no parecen encajar con el estereotipo de los pandilleros jóvenes con tatuajes que pasan por un violento ritual de iniciación, lo cierto es que por su posición en el ejército tenía acceso a información privilegiada que podría haber facilitado la expansión de las operaciones de las pandillas, que como InSight Crime ha señalado, se encuentran en un constante estado de sofisticación.
El apoyo de Estados Unidos en la operación también da muestra del creciente enfoque de las autoridades en el combate al delito de la extorsión, que continúa siendo una de las principales fuentes de financiamiento de las pandillas y podría estar moviendo mucho más dinero ahora que en el pasado.
Así mismo, las alarmantes sumas de dinero que el coronel llegó a tener en sus cuentas durante más de ocho años podrían ser una señal de su participación en actividades criminales desde antes de haber comenzado su relación con las pandillas.