Una nueva serie de arrestos y acusaciones en un caso de extorsión recién descubierto en Argentina, que involucra a un club de hinchas criminalizados, o “barra brava”, indica la creciente sofisticación y capacidad para la violencia de estos grupos.
El 30 de noviembre, las autoridades argentinas anunciaron que habían efectuado más de 30 allanamientos en varias propiedades conectadas con la barra brava del Club Atlético Independiente, uno de los equipos más prestigiosos de la liga nacional de fútbol en Argentina.
En un boletín de prensa, la ministra de Seguridad declaró que entre los 14 sospechosos detenidos en el operativo se encuentra el vicepresidente del equipo, Noray Nakis. Los funcionarios acusaron a Nakis de usar las barras bravas de Independiente “como fuerzas de choque para sus negocios privados”, y señaló que usó “sus joyerías para lavar el dinero que obtenían de sus negocios espurios”, incluida la reventa de tiquetes y servicios de estacionamiento no autorizados alrededor del estadio.
Las autoridades también detuvieron a Roberto Petrov, quien trabajaba como guardaespaldas de Hugo Moyano, presidente de Independiente. Según La Nación, tres agentes de policía resultaron heridos al intentar detener a Petrov.
La ministra de seguridad declaró que los allanamientos fueron resultado de ocho meses de investigación, que ya habían derivado en el arresto de Pablo “Bebote” Álvarez, líder de la barra brava de Independiente, el 27 de octubre. Bebote fue acusado de intento de extorsión contra Ariel Holan, entrenador jefe del equipo.
Análisis de InSight Crime
Hasta el momento han sido escasos los detalles sobre el funcionamiento interno de la red criminal de la barra brava del Independiente. En contexto, sin embargo, varios hechos del caso se suman a la evidencia cada vez mayor de la evolución de las barras bravas en Argentina, de ser grupos de hinchas poco organizados a estructuras criminales más complejas.
Además, el hecho de que se opusiera resistencia a la detención de Petrov mediante un enfrentamiento armado con la policía indica que el grupo está dispuesto a enfrentar a las autoridades con un grado de violencia que puede ser letal.
Más aún, las autoridades afirman que entre altos funcionarios del equipo había no solo tolerancia, sino también participación activa en el accionar criminal de la barra brava. Este tipo de relaciones podrían llevar a ejecutivos corruptos a mostrarse más dispuestos a usar la violencia en relación con actividades ilícitas que por lo general no están asociadas con conflictos físicos, como la reventa de tiquetes y esquemas de estacionamiento ilícito.
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Por mucho tiempo se ha asociado las barras bravas de Argentina con actividades delictivas de menor escala, como la extorsión y el expendio de estupefacientes. Pero con los años han ganado poder gracias a la protección de equipos poderosos muchas veces con nexos con fuerzas políticas influyentes. (Una dinámica similar a la observada en el vecino Uruguay).
Antes del reciente operativo contra la barra brava de Independiente, el gobierno argentino había dado pasos para reprimir a dichos grupos, entre ellos la creación de un registro gubernamental a comienzos de 2016 con el fin de rastrearlas. Aun cuando estas iniciativas han reportado algunos resultados, también han revelado la profundidad y sofisticación de las barras, lo que hace difícil desmantelar dichos grupos.