En los últimos meses, las autoridades de Honduras han detectado multimillonarias operaciones de lavado de dinero conectadas con Los Cachiros, que indican que remanentes del clan narco aún operan en el país a pesar de la desaparición del grupo.
El 19 de enero, el órgano judicial de Honduras anunció la condena de Celi Asmery Paso Galo, cómplice del clan narcotraficante Los Cachiros, a diez años de prisión por su participación en lavado de dinero.
Entre 2010 y 2015, Paso Galo realizó una serie de transacciones financieras, incluidos varios traspasos de propiedades a nombre de los líderes del clan, Javier Eriberto Rivera Maradiaga, alias “Javier Cachiro”, y su hermano Devis Leonel Rivera Maradiaga. Según los funcionarios judiciales, Paso Galo no logró justificar el origen de 10 millones de lempiras (cerca de US$415.000).
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Junto con Paso Galo, fueron condenados otros cómplices de Los Cachiros. Nixón Yadir Manzanares Murillo fue sentenciado a ocho años de prisión por lavado de activos. Dina Herenia Fúnez Lisser y Marla Ramona Nájera Rubí recibieron sentencias de cinco años por actuar como testaferros.
Las sentencias se dictaron un mes después de que la Fiscalía General realizó una serie de operativos sorpresa en cuatro departamentos —Copán, Lempira, Cortés y Yoro— contra una red de lavado de activos vinculada a Los Cachiros.
Entre 2008 y 2018, ambos presuntamente lavaron dinero por medio de empresas de papel conocidas como “Zapatón”, y mediante la compra de propiedades de lujo y otros bienes, según un comunicado de prensa emitido por la Fiscalía.
El jefe de la Dirección Nacional Policial Antidrogas (DNPA), Mario Molina Moncada, vinculó a “Zapatón” con Los Cachiros y el extinto narco Gustavo Chinchilla, según informó La Prensa.
Durante dos años, los investigadores siguieron un rastro sospechoso de 200 millones de lempiras (poco más de US$8,2 millones). En los operativos, las autoridades embargaron cerca de 50 bienes, entre los que se contaban residencias y vehículos de lujo.
Análisis de InSight Crime
Aunque los líderes el clan narcotraficante de Los Cachiros se encuentran presos en Estados Unidos, actores vinculados al grupo siguen presentes en Honduras en operaciones de lavado de dinero y narcotráfico, aunque a una escala mucho menor.
Esas células son efectivamente los últimos vestigios del nombre de Los Cachiros luego de la desaparición del grupo.
Desde sus inicios como una familia de ladrones de ganado, Los Cachiros llegaron a convertirse en uno de los grupos de transportistas de droga más grandes de Honduras, con un valor neto cercano a los mil millones de dólares. Proveían cocaína y otras sustancias ilícitas al Cartel de Sinaloa de México y tenían vínculos con la organización criminal colombiana Los Rastrojos.
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Con la compra de cocaína a organizaciones colombianas, Los Cachiros controlaron lucrativas rutas de narcotráfico y usaron para su beneficio poderosas conexiones en el ejército, la policía y política, en especial en su antiguo bastión de Colón, en el norte hondureño.
Desde 2013 aproximadamente, las autoridades estadounidenses comenzaron a perseguir al grupo. Como lo informó InSight Crime en su momento, los miembros del grupo se entregaron a las autoridades entre 2013 y 2015, lo que provocó el declive de la organización.
Pese a eso, aún se realizan capturas de cómplices de Los Cachiros en lavado de activos, una actividad más difícil de detectar que el tráfico transnacional de cocaína que la banda alguna vez controló.
En abril de 2020, se declaró culpables a cinco de esos cómplices por el lavado de activos valorados en más de 700 millones de lempiras (cerca de US$29 millones) para el grupo. Loscondenados habían creado empresas de papel que recibían dinero sin justificación legal o económica.
En 2017, InSight Crime reportó cómo las autoridades de Honduras incautaron millones de dólares en propiedades ligadas a la debilitada estructura criminal, al identificar a varias personas vinculadas a transacciones sospechosas comerciales y de propiedad raíz con Marlene Isabel Cruz Quintanilla, esposa de Javier Rivera Maradiaga.
En su mejor momento, Los Cachiros dominaron un territorio que se extendía al este hasta Gracias a Dios, en la frontera con Nicaragua, al sur hasta Olancho y al oeste hasta el centro criminal de la región, la ciudad de San Pedro Sula.
En la intervención del mes pasado, las autoridades llevaron a cabo operativos en los departamentos de Copán, Cortés y Lempira, al oeste del país. Como lo informó InSight Crime en 2019, el oeste de Honduras es una región que se ha asociado tradicionalmente con rutas clandestinas para todo tipo de contrabando, entre ellas los narcóticos.