Dadas las cada vez más drásticas medidas de Estados Unidos en su frontera sur y el elevado número de refugiados centroamericanos que continúan huyendo de la violencia asociada a las pandillas y el crimen organizado, los migrantes están optando incluso por salir del continente.
Algunos de esos migrantes quizá están mirando hacia Australia. El 19 de septiembre, Malcom Turnbull, primer ministro de Australia, dijo ante la Cumbre de las Naciones Unidas sobre Refugiados y Migrantes que los refugiados centroamericanos serán bienvenidos en su país. Como parte de un amplio plan para ofrecer ayuda a los refugiados y desplazados a nivel mundial, Turnbull prometió participar en un programa, liderado por Estados Unidos, para el reasentamiento de los refugiados centroamericanos que se encuentran viviendo actualmente en un campo de reasentamiento en Costa Rica.
Dicho programa es un intento de Estados Unidos por desviar el constante flujo de refugiados procedentes de los países del Triángulo Norte (Guatemala, El Salvador y Honduras). Como uno de los países más estables y prósperos de la zona, Costa Rica se está convirtiendo en un “imán para los inmigrantes” y refugiados de todo el mundo.
Durante la misma cumbre, el presidente de Estados Unidos, Barak Obama, agradeció a México por “absorber” muchos refugiados centroamericanos antes de que lleguen a la frontera entre México y Estados Unidos —un servicio que Estados Unidos ha apoyado activamente, según la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA por sus iniciales en inglés)—.
México anunció su Programa Frontera Sur en julio de 2014, y durante el año siguiente, gracias a que se intensificaron las medidas migratorias, hubo un incremento del 71 por ciento en la detención de migrantes centroamericanos, informó WOLA. Sin embargo, en los primeros seis meses de 2015, unos 120.000 refugiados de esa región fueron detenidos en la frontera entre México y Estados Unidos, mientras que el número de menores no acompañados que cruzaron hacia Estados Unidos aumentó en 2015 a 54.000. En resumen, el número de personas que abandonaron los países violentos sigue siendo alto.
Análisis de InSight Crime
En su reacción al anuncio del primer ministro Turnbull, el Sydney Herald se refirió a la violenta área centroamericana como “El Triángulo Norte de la muerte”. Las guerras civiles que azotaron a Guatemala y El Salvador y desangraron a Honduras ocurrieron en los años noventa. Pero las reformas y la reintegración de los combatientes que se dieron como parte de los procesos de paz fueron implementados ineficazmente y en algunos casos fueron debilitados por asuntos políticos.
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Además de esas deficiencias, la región se vio invadida por la cultura de las pandillas cuando Estados Unidos comenzó a deportar a los refugiados que habían huido a Los Ángeles durante la guerra y fueron captados por las abundantes pandillas que operaban allí. Las pandillas Mara Salvatrucha (MS13) y Barrio 18, que surgieron en Estados Unidos, rápidamente echaron raíces en los barrios populosos y de bajos ingresos del Triángulo Norte y se extendieron como pólvora.
El riesgo de morir de manera violenta en Guatemala ha sido generalmente mayor desde que la guerra terminó que durante el conflicto armado. Las tasas de homicidios de El Salvador son las más altas del mundo, y el panorama de Honduras no es mucho mejor.
Los tres países son ejemplos de un fenómeno que los científicos sociales llaman Estado limitado —Estados cuyas instituciones no están plenamente desarrolladas—. Las fuerzas de seguridad luchan contra la corrupción, las cárceles son utilizadas por las organizaciones criminales para conformar sus redes, y el monopolio estatal sobre el uso de la fuerza no se aplica de manera efectiva.
Mientras persistan los altos niveles de violencia, la promesa de Australia de abrir sus fronteras a los refugiados centroamericanos que permanecen en Costa Rica será solamente un alivio temporal. Dichos programas están lejos de solucionar las causas de la migración en la región.