Una captura reciente realizada por las autoridades colombianas ha puesto de relieve la importancia de algunos notorios intermediarios en el tráfico moderno de drogas, así como la percepción de novedad generada por la participación de mujeres en el comercio de drogas.
Las autoridades arrestaron a Magaly Chávez Ante, alias “La Faraona”, quien presuntamente coordinaba el envío de cargamentos de droga en lanchas desde las costas del Pacífico de Ecuador y Colombia hacia Estados Unidos, informó la prensa local.
Chávez vivía en Ecuador pero fue capturada en Cali, la tercera ciudad más grande de Colombia. La Faraona viajó al país para reunirse con algunos de sus socios narcotraficantes, quienes presuntamente estaban siendo amenazados por la organización mexicana Cartel de Sinaloa.
Según el periódico El Tiempo, Chávez y un grupo de operarios colombianos estaban encargados de enviar al grupo mexicano 500 kilos de cocaína cada semana. Sin embargo, los sinaloenses comenzaron a amenazar a sus socios colombianos luego de que les confiscaran varios cargamentos de droga en rutas que Chávez había afirmado que eran seguras.
La mujer de 45 años comenzó su carrera criminal en su ciudad natal de Buenaventura, en la costa pacífica colombiana, donde coordinaba envíos de cargamentos de droga para el cartel colombiano de Los Rastrojos, antes de trasladarse a Haití en 1998, desde donde coordinaba el tráfico de cargamentos de cocaína por el Caribe. En 2010, después del terremoto de Haití, Chávez se fue para Ecuador haciendo uso de una identidad falsa, y desde allí continuó facilitando el envío de cargamentos de droga por las rutas del Pacífico.
Según la policía de Colombia, el alias “La Faraona” surgió de su habilidad para realizar alianzas con varios grupos criminales de manera simultánea, incluyendo a Los Rastrojos y Los Urabeños, que en varias ocasiones han tenido rivalidades.
Estados Unidos presentó a las autoridades colombianas una solicitud de extradición para Chávez.
Análisis de Insight Crime
Al parecer, Chávez logró forjarse una carrera criminal como la intermediaria perfecta. A raíz de la caída de numerosos imperios de cocaína en Colombia y otros países, la mayoría de los grupos narcotraficantes se han reorganizado en grupos más pequeños, los cuales están especializados en sólo uno de los eslabones de la cadena del comercio de drogas. Lo anterior ha creado un nicho para personas como Chávez, las cuales pueden actuar como coordinadoras entre esos grupos —un papel que el analista de crimen Dough Farah ha denominado “super fixers”—.
Es probable que con la captura o muerte de numerosas figuras clave en los carteles de la droga de Lationamérica, los gobiernos de la región hayan descubierto que enfocarse en estos “super fixers” es una estrategia más efectiva que la de centrarse en los cabecillas de los grupos, conocida como “kingping approach”.
Así mismo, la captura de Chávez ha despertado una gran atención entre los medios de comunicación de Colombia, lo cual puede ser explicado en parte por la fascinación pública con las mujeres criminales, en lo que se percibe como una industria manejada por hombres. Por lo anterior, se puede esperar que, a medida que el caso de Chávez avance, se genere también un sensacionalismo similar al que han despertado figuras como la “Narcomami” de México o la “Reina de la cocaína” de Colombia. Sin embargo, existe una gran cantidad de casos de mujeres que han jugado un papel significativo en el comercio transnacional de drogas en Latinoamérica, así como varios ejemplos de otras mujeres que desempeñan labores clave en las pandillas callejeras de otras partes de la región.
Video de un reporte de Caracol acerca de La Faraona