El director de la policía de Colombia declaró que las fuerzas armadas pueden bombardear más campamentos del grupo criminal Los Urabeños, casi un año después de que el gobierno iniciara una masiva ofensiva de seguridad para capturar a los principales cabecillas del grupo.
El director de la policía Rodolfo Palomino declaró a El Tiempo que en 2016 podría haber más bombardeos aéreos dirigidos contra bandas criminales, como Los Urabeños, así como contra los remanentes del Ejército Revolucionario Popular Antiterrorista de Colombia (ERPAC) y el debilitado Ejército Popular de Liberación (EPL).
En 2015, el fiscal general de Colombia Eduardo Montealegre autorizó a las fuerzas de seguridad que realizaran ataques con bombas contra las bandas criminales, conocidas como "Bacrim". Esa estrategia ya había sido usada anteriormente sólo contra grupos insurgentes, como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), lo que permitió a las fuerzas armadas diezmar la cúpula guerrillera.
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En entrevista con El Tiempo, Palomino indicó que se usarán ataques con bombas en ciertas condiciones; por ejemplo, si las fuerzas de Los Urabeños se concentran en forma "belicosa", y si se muestran como una "amenaza". El primer bombardeo de las fuerzas armadas contra una Bacrim tomó lugar en noviembre de 2015, y esta resultó en la muerte de 12 presuntos miembros de Los Urabeños.
La entrevista de Palomino con El Tiempo se publica a punto de cumplirse un año de la Operación Agamenón, lanzada en febrero de 2015 y en la que participaron miles de agentes de la policía y el ejército. Como resultado de Agamenón, hasta ahora se han detectado por lo menos cinco campamentos de Los Urabeños, y se han arrestado a seiscientas personas, incluyendo 424 integrantes de los Urabeños, afirmó Palomino. El director de la policía también confirmó que los cabecillas que quedan de Los Urabeños —incluyendo al escurridizo alias "Otoniel"— han sido ubicados en asentamientos más permanentes.
La Operación Agamenón también llevó a los grupos criminales de Colombia a cambiar sus estrategias, entre ellos la implementación de retaguardias y mayor énfasis en el ataque a la policía y en el uso de minas antipersonal alrededor de sus campamentos, indicó Palomino.
Análisis de InSight Crime
El marco legal que permite al Estado colombiano bombardear grupos criminales podrían tener importantes implicaciones políticas y de derechos humanos.
Después del bombardeo en noviembre de 2015, el ejército sostuvo que el campamento albergaba una "amalgama" de grupos criminales, los cuales, como consecuencia lógica, representaban una amenaza a la seguridad nacional. Los Urabeños contraatacaron calificando dicha acción de acto de desesperación, pues en un principio el gobierno había dicho que exterminaría a Los Urabeños dos meses después del lanzamiento de la Operación Agamenón.
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La aprobación en Colombia de esta nueva estrategia parece abocada a desatar más controversia. Un problema es el mayor riesgo de víctimas civiles. Durante años, los grupos guerrilleros del país han tenido presencia rural en su mayor parte, lo que implica que los bombardeos con frecuencia ocurrían en zonas aisladas. En los campamentos de las Bacrim, sin embargo, no es tan sencillo establecer la posible presencia de civiles, como parientes, novias o colaboradores forzados.
Se dice que la Operación Agamenón ya ha llevado a Los Urabeños a profundizar sus nexos con las comunidades locales, dándoles tierra a cambio de refugio para Otoniel. No es claro si las fuerzas armadas considerarán a estos civiles que acogen a Otoniel como miembros plenos de Los Urabeños.
Al final, las Bacrim son grupos criminales, no insurgentes o terroristas. Y bombardearlos no es tan claro como si se implementara una estrategia similar contra las FARC.
Es posible que el gobierno siga sosteniendo que una campaña de bombardeos detendrá la expansión de Los Urabeños. El grupo criminal sigue expandiéndose en regiones claves para el narcotráfico en Colombia, como lo señala un reciente informe de Indepaz. Al parecer la amenaza de bombardeos ha causado temor en la organización, como lo reveló la incautación de varias cartas escritas a mano entre líderes de Los Urabeños.