La microextorsión ha sido un problema en Ciudad de México desde hace años, pero el reciente homicidio de un líder local, quien manifestó su enojo por la inercia de las autoridades, pone de relieve cómo esta actividad criminal ya no se esconde en la capital.
La extorsión en Ciudad de México aumentó en un 127 por ciento en el primer trimestre de 2019, en comparación con igual periodo del año pasado, informó Proceso. Este aumento de la extorsión tiene que ver en parte con la diversificación de los grupos criminales locales, en especial la Unión de Tepito, principal actor criminal de la capital mexicana.
Solo el mes pasado, cientos de comerciantes locales firmaron una carta en la que solicitaron a las autoridades de la capital tomar medidas contra la extorsión y otras actividades criminales que ejerce la poderosa Unión de Tepito. El líder de la organización de comerciantes, Raymundo Pérez López, advertía en la carta que de no hacerse nada, se verían obligados a formar un grupo de autodefensa para defenderse entre ellos.
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Sin embargo, a López no tardaron en silenciarlo. Hombres armados le dispararon siete veces hasta matarlo cuando abordaba su automóvil poco más de una semana después de solicitar las medidas de las autoridades. Esta fue solo uno de varios asesinatos en una Ciudad de México cada vez más peligrosa. Los homicidios exhiben aumentos de 25 por ciento este año, algo que los expertos han atribuido a las disputas de las pandillas por el control del territorio.
Análisis de InSight Crime
La microextorsión ha existido desde siempre en Ciudad de México, pero ahora los grupos criminales están expandiendo sus operaciones a zonas más acomodadas de la ciudad, como Cuauhtémoc, y exigiendo sumas mayores, en ocasiones hasta de 50 mil pesos mexicanos a la semana (alrededor de US$2.600). En el pasado, los carteles han usado la modalidad “gota a gota”, mediante la cual se ofrecen préstamos a altas tasas de interés y luego se extorsiona a los dueños de los negocios. Esto les ha dado a los carteles una fuente constante de ingresos, cuyo éxito los ha llevado a ampliar sus actividades extorsivas, como se evidencia en las informaciones recientes.
Su desplazamiento a zonas más acomodadas de Ciudad de México y el pronunciado incremento de las sumas exigidas demuestran que los carteles creen que pueden adelantar esas actividades sin sufrir repercusiones. La falta de respuesta del gobierno se suma a su capacidad de actuar con impunidad.
De hecho, López fue amenazado en público, y solicitó protección de la policía, pero le fue negada y poco después ocurrió su asesinato. El crimen se ha atribuido a otro comerciante, pero tales anuncios deben someterse a un atento escrutinio, pues en el pasado el gobierno local ha tratado de minimizar los hechos de violencia de los carteles en Ciudad de México.
Así mismo, es bien sabido que ya antes los carteles han atentado contra líderes del comercio. La Unión de Tepito ya es sospechosa del asesinato de por lo menos 10 dueños de negocios. La osadía de los carteles también puede atribuirse a cambios en el ámbito nacional.
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La declaración del presidente López Obrador de que “la guerra antinarcóticos se acabó” y el hecho de que el gobierno no esté persiguiendo a los cabecillas de los carteles puede haber evanlentonado a los carteles para actuar con mayor agresividad.
Cuando el gobierno federal ha tratado de intervenir contra los carteles con acciones de peso, ellos han respondido de manera belicosa. Tanto la Organización Arellano Félix, conocido como el cartel de Tijuana, y el cartel de Santa Rosa de Lima han lanzado amenazas de muerte contra el presidente luego de que enviara tropas para combatir las organizaciones.
La alcaldesa de Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, se ha comprometido a redoblar los esfuerzos del gobierno para combatir la violencia y la extorsión en la ciudad. El gobierno ya había anunciado que elementos de la Guardia Nacional están operando en la ciudad y que se han construido cuatro bases adicionales de la institución. Aunque el gobierno local no emprendió acciones decisivas en el pasado, la expansión de la presencia de la Guardia Nacional en Ciudad de México puede ser una señal de que están tomando la amenaza con mayor seriedad.