Un voto unánime del Congreso de Honduras dejó al país más cerca de establecer una fuerza especial de policía militar, lo que destaca la inclinación hacia medidas de línea dura en contra de la delincuencia en el país más violento del mundo, aunque da pocas razones para creer que esta vez realmente va a funcionar.
Es probable que la legislación para crear la Policía Militar del Orden Público (PMOP) sea ratificada esta semana, con mil oficiales establecidos para entrar en servicio en dos meses, señaló El Heraldo.
El congresista –y candidato presidencial– Juan Orlando Hernández fue el artífice de la medida, lo que es un indicio de los debates de seguridad que se vienen encima durante la temporada de campaña presidencial.
"Necesitamos hacer uso de los militares y deben seguir en las calles hasta el último día que recuperemos la paz", dijo en el Congreso, según Associated Press.
La nueva unidad tendría 5.000 miembros de estas "fuerzas especiales", que será entrenado en "derechos humanos" y "patrullajes policiales", dijo Hernández. Ellos trabajarán esencialmente como una unidad de choque en las zonas donde la delincuencia y las pandillas callejeras organizadas han sobrepasado o cooptado a las fuerzas locales.
Análisis de InSight Crime
El voto unánime confirma la preferencia de los legisladores hondureños por las llamadas políticas de seguridad de "Mano Dura", aplicadas por los gobiernos civiles en todo el Triángulo del Norte –Guatemala, Honduras y El Salvador– desde la primera década del siglo XXI.
Honduras registró una tasa de homicidios de 85,5 por cada 100.000 habitantes en 2012, pero la corrupción endémica al interior de la policía ha obstaculizado los esfuerzos para hacer frente al derramamiento de sangre. Medidas para limpiar la policía no han sido fructíferas, a pesar del despido de cientos de oficiales, o la búsqueda del retiro voluntario por parte de los oficiales antes de enfrentarse a las pruebas de confianza.
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El gobierno ha utilizado a los militares como una medida para salir del paso, y esta nueva medida política es esencialmente una extensión del despliegue de soldados en las ciudades más violentas de Honduras, el cual las autoridades han alabado como un éxito.
No obstante, no hay ninguna razón para creer que esta vez estas medidas van a funcionar en el largo plazo. Como es evidente, el ejército no es nunca un reemplazo permanente para una policía dirigida por civiles. Están entrenados de manera diferente y tienen poderes judiciales limitados. Es más, la policía militar se enfrentará a las mismas tentaciones contra las cuales sus contrapartes militares y policiales ya luchan en todo el país.