La captura de un coronel de la policía de Colombia que presuntamente dirigía una red criminal implicada en el narcotráfico transnacional a gran escala ha puesto de relieve los estrechos vínculos entre los corruptos funcionarios de alto nivel y el tráfico de drogas en el país.

El coronel de la policía de Colombia Néstor Enrique Maestre Ponce fue detenido en Bogotá el 30 de octubre en una operación conjunta de Estados Unidos y funcionarios antinarcóticos de Colombia, informó El Tiempo. Según las pruebas recogidas por los funcionarios de inteligencia, Maestre -un ex jefe regional antinarcóticos- estaba al mando una red de policías corruptos y civiles que “contaminaba contenedores” que saldrían de la ciudad portuaria de Cartagena con drogas destinadas a los mercados de Europa y Estados Unidos, informó El Espectador.

Maestre es acusado de ocultar un cargamento de siete toneladas de cocaína que fue incautado por las autoridades en abril -una de las mayores incautaciones de cocaína en Colombia en los últimos años. Según los informes, el cargamento pertenecía a la BACRIM (de “bandas criminales”) de los Urabeños, indicando que Maestre tenía estrechos vínculos con la organización criminal.

El Tiempo informó que durante la operación también fueron capturados otros dos funcionarios antinarcóticos y siete presuntos miembros de la red criminal.

Análisis de InSight Crime

La detención de un coronel de la policía por su presunta implicación en el tráfico de drogas a gran escala arroja la luz sobre algunos de los obstáculos a los que se enfrenta el gobierno de Colombia en sus esfuerzos para reducir la influencia y el poder de los grupos de traficantes de drogas del país. En primer lugar, destaca el continuo papel de la corrupción oficial de alto nivel en la facilitación del comercio de drogas. Según El Tiempo, el arresto de Maestre representa un golpe para el liderazgo de las fuerzas policiales de Colombia, que pensaban que habían tomado las medidas necesarias para evitar más escándalos de corrupción relacionados con funcionarios de seguridad de alto nivel implicados en el tráfico de drogas.

En segundo lugar, la incautación del alijo de cocaína de siete toneladas en abril reveló que los grupos criminales de Colombia aún cuentan con la capacidad logística -así como con la capacidad de cooptar funcionarios- suficiente para traficar grandes cantidades de drogas hacia los mercados internacionales. Desde la captura de Daniel “El Loco” Barrera en septiembre de 2012, Colombia no ha visto el surgimiento de ningún capo de la droga con el alcance geográfico ni los contactos internacionales necesarios para organizar envíos de varias toneladas a mercados extranjeros. Sin embargo, la incautación reciente sugiere que los Urabeños están adquiriendo la estructura necesaria para hacerlo.

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Es de notar que hasta su captura en noviembre de 2011, Cartagena servía como el bastión principal del líder de la Oficina de Envigado Maximiliano Bonilla Orozco, alias “Valenciano”. Su detención -y la posterior integración de muchos de sus antiguos empleados a la red de los Urabeños- ha dado a esta BACRIM casi un monopolio sobre el tráfico internacional de drogas desde Cartagena.