Un informe reciente revela la presencia de pandillas callejeras o “maras” del Triángulo del Norte en Costa Rica, en un momento en que las nuevas tendencias de las dinámicas criminales en el país muestran que la influencia de los grupos criminales se podría estar expandiendo a “la Suiza de Centroamérica”.
Según el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) de Costa Rica, miembros de las pandillas callejeras Barrio 18 y Mara Salvatrucha (MS13) han tenido presencia en el país desde mediados de la década anterior, informó Diario Extra. Las autoridades costarricenses confirmaron la captura de 11 pandilleros de esas organizaciones en operativos realizados durante la última década en varias zonas del país (vea el mapa de Diario Extra abajo).
Un miembro de la MS13 identificado como “Paz” le dijo a Diario Extra que ha vivido en Costa Rica desde el año 2008. Aunque Paz actualmente se encuentra pagando una condena de 25 años en una prisión costarricense por tráfico de drogas y secuestro, dijo que no tenía interés alguno en regresar a El Salvador, su lugar de nacimiento.
“Tenía una distribuidora y un restaurante en Ciudad Neily [una ciudad en el sur de Costa Rica], en mi país [El Salvador] no puedo tener nada por pertenecer a la mara y no podía permitir que mis hijos mueran de hambre” afirmó Paz.
El Triángulo del Norte de Centroamérica (El Salvador, Honduras y Guatemala) es la principal base de operaciones para ambas pandillas o “maras”, aunque El Salvador es su centro neurálgico. Sin embargo, es bien sabido que Barrio 18 y la MS13 tienen presencia a lo largo del istmo, así como en México y Estados Unidos.
Análisis de InSight Crime
Las maras nunca han tenido presencia significativa en Costa Rica, lo cual indudablemente ha ayudado al país a evitar gran parte de la violencia endémica que ha plagado al Triángulo del Norte. En 2014, Costa Rica registró una tasa de homicidios de 9,5 personas por cada 100.000 habitantes —tres veces menor que en cualquiera de los países del Triángulo del Norte y mucho más baja que las altísimas tasas registradas por El Salvador u Honduras, de más 60 por cada 100.000 habitantes—. De hecho, una de las razones por las que Costa Rica ha sido conocida como “la Suiza de Centroamérica” es por su buena reputación en materia de seguridad.
Sin embargo, recientemente se ha presentado evidencia de que Costa Rica podría no merecer más este título. Las organizaciones criminales transnacionales mexicanas han estado activas en Costa Rica desde hace ya algunos años, pero al parecer actualmente su presencia está facilitando el crecimiento de pandillas locales fuertemente armadas. También es posible que la creciente importancia del país como un punto de tránsito de drogas haya incrementado el consumo de drogas ilícitas; un informe realizado por la Organización de Estados Americanos (OEA) indica que el consumo de cocaína per cápita en Costa Rica es dos veces el de Brasil, el segundo mercado de consumo en el mundo. Por otro lado, las autoridades han atribuido el repunte de la violencia de los últimos años a los enfrentamientos entre pandillas por el control del mercado local de drogas.
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Las crecientes ganancias que ofrece el mercado local de drogas es uno de los factores que puede atraer a las maras a Costa Rica. La vulnerabilidad del sistema judicial frente al crimen organizado es otro elemento que podría permitirles a estas pandillas operar relativamente tranquilas en el país. Costa Rica no tiene un historial de políticas de seguridad de mano dura, que sí han sido usadas en el Triángulo del Norte para combatir a las pandillas. Las agresivas políticas antipandillas de El Salvador han generado la migración de varios miembros de las maras a los vecinos países de Honduras y Guatemala. En la medida en que la violencia continúa saliéndose de control en El Salvador, las maras pueden estar buscando otros lugares para reubicarse, y Costa Rica puede ser una de sus elecciones.