Un nuevo informe que clasifica la competitividad económica de países de todo el mundo indica que el crimen y la corrupción hacen mella en las economías de muchos de los países más grandes de Latinoamérica.
El Informe sobre Competitividad Global 2016-2017 recientemente publicado por el Foro Económico Mundial asigna puntajes a los países para doce “pilares” de competitividad económica, donde cada pilar se divide a su vez en varias subsecciones.
El primer pilar, "instituciones", comprende cinco subsecciones, incluyendo dos con un nexo con el crimen organizado: "ética y corrupción" y "seguridad". Los puntajes se asignan con base en una encuesta realizada a ejecutivos de empresas, que se llevó a cabo entre febrero y junio de 2016, y se calculan en una escala de uno a siete, donde uno es el peor y siete el mejor.
Hay amplia variación en los puntajes de los países latinoamericanos en cada subsección, pero muchos países de la región se ubican entre los peores del mundo en esas categorías.
Venezuela, por ejemplo, resultó ser el último de los 138 países calificados en el mundo por ética y corrupción, y el penúltimo en términos de seguridad.
Argentina, República Dominicana, Paraguay, Brasil y Bolivia se sitúan todas entre los últimos diez países en términos de ética y corrupción. (Vea la gráfica de InSight Crime a continuación)
México, Honduras, Guatemala, Colombia y El Salvador quedaron todos entre los diez últimos en seguridad, y entre ellos, El Salvador se clasificó como el peor del mundo. (Vea la gráfica de InSight Crime a continuación)
Por otro lado, algunos países de la región arrojaron un puntaje bastante bueno en estos indicadores. Costa Rica, Chile y Uruguay obtuvieron puntajes en ética y corrupción superiores a la media de 3,5, mientras que Uruguay, Panamá, Chile y Nicaragua arrojaron puntajes superiores a cinco en el indicador de seguridad.
Análisis de InSight Crime
No sorprende que el crimen y la corrupción aparezcan como lastres de la competitividad económica en Latinoamérica. Anteriores informes han estimado que la inseguridad puede costar a países agobiados por el crimen, como Honduras, El Salvador y Venezuela, más del diez por ciento de su producto interno bruto, representado en gasto público y privado en seguridad, costos de reclusión y pérdida de productividad a causa de la violencia. Otros estudios han estimado que incluso países de la región relativamente seguros gastan miles de millones de dólares al año en ocuparse de los efectos del crimen.
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Tanto el crimen como la corrupción tienen costos directos —en términos de dinero robado del erario público, extorsiones a dueños de negocios y pagos de sobornos—, además de costos indirectos, como los provocados al ahuyentar la inversión legítima. Pese a esto, también es importante señalar que el crimen también puede ser un generador importante de ingresos en muchos países de la región, y que muchas veces las empresas criminales se superponen en variadas formas con la economía legítima. Por tal razón, muchos legisladores y expertos defendido una estrategia matizada y holística para enfrentar los impactos económicos de las actividades ilícitas.