Para enfrentar las dificultades económicas, las comunidades cultivadoras de amapola en el suroeste de México buscan cobijo de un programa estatal que ofrece proyectos alternativos, pero este es apenas un primer paso incapaz de remediar los complejos problemas que aquejan a los campesinos.
Cientos de agricultores de 19 comunidades de la región amapolera de la Sierra, en el estado de Guerrero, sostienen que un funcionario los dejó por fuera del programa de gobierno, conocido como Sembrando Vida, porque “no habían pacificado la región", según información de La Jornada.
Lanzado por el presidente Andrés Manuel López Obrador a comienzos de 2019, el programa gubernamental llegó a Guerrero este año. Paga 5.000 pesos mexicanos (alrededor de US$240) mensuales a los miembros de la comunidad por la siembra de árboles en un esfuerzo por alejarse de los cultivos ilícitos. La meta es mejorar las condiciones de quienes viven en zonas rurales y detener la degradación ambiental.
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La implementación del programa no ha sido fácil para todos los habitantes de la Sierra, en Guerrero. El Observatorio por la Paz y el Desarrollo de la Sierra (OPDS) afirma que los funcionarios ni siquiera han visitado ciertas comunidades en la zona ni se han tomado el tiempo necesario para conocer el terreno, según La Jornada.
“Es hora de que el gobierno nos apoye, porque todo lo que hemos hecho ha sido gracias a nuestros esfuerzos y de nuestro bolsillo, hemos defendido estos bosques sin ningún apoyo del gobierno”, dijo el campesino Norberto Verónica Jesús a La Jornada.
Los agricultores de la región amapolera que se extiende por los estados de Chihuahua, Durango y Sinaloa, junto con Guerrero y Nayarit, han tenido dificultades últimamente. Las causas más recientes tienen que ver con el desplome de los precios de la goma de opio —ingrediente básico para la producción de heroína— además de una compleja serie de factores criminales, sociales y políticos.
Análisis de InSight Crime
Las dificultades que enfrentan los cultivadores de amapola en Guerrero están ligadas a múltiples dinámicas interconectadas que ningún gobierno puede resolver adecuadamente por sí solo.
Los agricultores allí llevan décadas sembrando amapola. Sembrando Vida los invita a pasar a cultivos alternativos, como el café y el aguacate, que también son ideales por la elevación y el tipo de suelo en la Sierra. Pero también hay otros obstáculos, como los problemas logísticos que plantea lo remoto de esta región.
"La Sierrra es muy fértil, pero no hay caminos para transportar las cosechas. Una de las ventajas del cultivo de amapola es que la goma de opio puede transportarse en un morral, lo que en términos de logística es mucho más sencillo que otros cultivos legales”, comentó Irene Álvarez, investigadora de Noria Research en Mexico, en intercambio con InSight Crime.
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Guerrero también padece violencia extrema y está muy marginada tanto social como geográficamente. Más aún, los poderes políticos —ya sean líderes criminales o funcionarios electos, que en ocasiones suelen ser los mismos— han dependido históricamente de la violentica para imponer el orden y mantener el poder, según observó Romain Le Cour, presidente de Noria Research.
“Puede haber un marco legal para ciertas actividades económicas, pero también se necesita infraestructura para entrar al mercado y la voluntad política de reformar las dinámicas de poder y hacerlas menos violentas”, explicó Le Cour a InSight Crime. “Como hemos visto en la vecina Michoacán, las industrias de lima y aguacate son perfectamente legales y muy funcionales, pero son reguladas por la violencia, tal como los mercados ilegales”.
Sin duda, la bonanza en la industria del aguacate ha llevado a grupos criminales a exigir extorsiones por sumas exorbitantes a los agricultores de Michoacán. Los cultivos alternativos que se implementen en Guerrero muy probablemente enfrentarían una respuesta similar.
El programa Sembrando Vida es un primer paso importante, apuntó Vania Pigeonutt, periodista mexicana y fundadora y editora de Amapola Periodismo, pero sin un enfoque a largo plazo.
“Las comunidades de aquí llevan décadas sembrando amapola y marihuana”, comentó. “No hay una solución rápida y cualquier solución propuesta debe analizar además las raíces de los complejos factores estructurales en juego”.