Según las más recientes cifras de Naciones Unidas, la producción de coca en Bolivia cayó 9 por ciento durante 2013, con lo que el número de hectáreas cultivadas se acerca cada vez más a la cuota legal establecida por el gobierno, mientras que las dudas sobre los esfuerzos para combatir el tráfico persisten.
Según un informe (pdf) de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD), el año pasado se cultivaron 23.000 hectáreas de coca en Bolivia, la cantidad más baja en 12 años (ver gráfico abajo).
La mayor caída se produjo en la región al norte de La Paz, donde el cultivo se redujo en 28 por ciento, pasando a tan sólo 230 hectáreas. En la principal región de cultivo de coca, Yungas de La Paz, la producción cayó 7 por ciento, a 15.700 hectáreas.
La erradicación también aumentó, con un total de 11.407 hectáreas erradicadas/racionalizadas durante el año -3 por ciento más que el año anterior.
Sin embargo, el informe también mostró una caída en las incautaciones, con las de hoja de coca cayendo 36 por ciento, pasando de más de 7 toneladas en 2012 a menos de 5 toneladas en 2013, las incautaciones de base de cocaína cayeron 37 por ciento, pasando de 32 toneladas a 20 toneladas, y las incautaciones de cocaína en polvo cayeron un 62 por ciento, de 4 toneladas a sólo 1,5 toneladas.
Análisis de InSight Crime
El gobierno del presidente Evo Morales ha tomado un rumbo diferente a las anteriores administraciones, trabajando con las federaciones de cocaleros como aliados en la lucha contra el tráfico de drogas, en lugar de tratarlos como criminales.
El gobierno puede reclamar un éxito significativo por estas tácticas, siendo el año 2013 parte de una tendencia en la disminución de cultivos desde 2011. La reducción de este año lleva a la producción a unas miles de hectáreas por encima de las 20.000 permitidas por la ley boliviana -el objetivo fijado por el presidente Evo Morales para este año, según La Razón.
Sin embargo, un exhaustivo estudio sobre la cantidad de hoja de coca que requiere Bolivia para el uso tradicional, llegó a la conclusión de que sólo se necesitan 14.000 hectáreas por año, por lo que incluso si el país cumple con este objetivo, todavía existen preguntas sobré cómo podría garantizar que las 6.000 hectáreas extras no sean desviadas hacia la producción de cocaína. Según la ONUDD, Bolivia vetó una propuesta para estudiar el potencial de producción de cocaína en el país, argumentando que iría en contra de sus leyes nacionales.
La caída en las incautaciones de cocaína (ver gráfico a la derecha) por su parte, pone de relieve uno de los aspectos más débiles de la política unilateral a favor de la coca.
Desde que Bolivia terminó la cooperación con las agencias antinarcóticos de Estados Unidos no ha tenido la capacidad de llevar a cabo operaciones de interdicción, y en su lugar ha tenido como objetivo abordar el tráfico de drogas desde la fuente. Sin embargo, el país no es sólo un productor, sino que también es un país de tránsito cada vez más popular para la cocaína peruana, algo que hasta ahora el gobierno ha demostrado ser incapaz de enfrentar.