La historia criminal de un narcotraficante en la región peruana del VRAEM da muestra de cómo funciona el comercio de cocaína en la región cocalera más grande del país.
El traficante, que ganaba más de US$100.000 por cada cargamento de droga, se inició en el negocio de la cocaína a los 12 años de edad, ganando US$300 al mes por recoger hojas de coca en el Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro (VRAEM). "Sacha Mono", como se le llama en una entrevista con La República, pronto se dio cuenta de que ocupaba el peldaño más bajo en la cadena de suministro de drogas y buscó la manera de aumentar sus ingresos.
Cuando Sacha Mono ahorró suficiente dinero, abrió su propia poza de maceración de coca —donde se dan los primeros pasos en la producción de cocaína— y vio cómo sus ganancias aumentaron a US$3.200 al mes. Entonces Sacha Mono comenzó a suministrar base de coca a uno de los traficantes de droga "más respetados y temidos" en la frontera entre Perú y Bolivia. Sancha Mono dice que en ese entonces le pagaban US$1.500 por kilo, y que ganaba casi US$700.000 al año. Con una mínima educación, Sacha Mono se había hecho grande en el tráfico de drogas.
"Cambiaba de camionetas 4x4 como de camisa. Como magia mi vida cambió", le dijo Sacha Mono a La República.
Pero los buenos tiempos no durarían. Un día, mientras trabajaba en su poza de maceración, la policía lo sorprendió y fue detenido. Aunque Sacha Mono ya cumplió su condena, su vida es ahora una sombra de lo que era.
"Me quedé más pobre y mi familia desapareció de mi vida", dice.
Análisis de InSight Crime
La historia de Sacha Mono muestra cómo funcionan los niveles medios y bajos de la cadena de suministro de drogas en el VRAEM, la región cocalera más prolífica de Perú, donde cada año se producen unas 200 toneladas de cocaína.
Sin embargo, lo más sorprendente es que haya sido atrapado. De hecho, el VRAEM es considerado un bastión del grupo guerrillero Sendero Luminoso, y el gobierno peruano ha intentado por mucho tiempo establecer una fuerte presencia del Estado en la región.
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Aunque el presidente Ollanta Humala declaró recientemente que los narcotraficantes ya no constituyen un "poder paralelo" en el VRAEM, la producción de coca no ha disminuido aún en la región —a pesar de que ha habido una disminución significativa en muchas otras partes de Perú—. Esto se debe tal vez a que el gobierno detuvo su programa de erradicación de coca en el VRAEM en junio de 2014, debido a los riesgos de seguridad planteados por Sendero Luminoso.