El ministro de Defensa de Brasil ha anunciado una nueva etapa en las operaciones de seguridad en Río de Janeiro, que incluirá un masivo despliegue militar —una estrategia frecuente en toda Latinoamérica, pero que no ha logrado producir mejoras a largo plazo—.

Como preparación para la segunda fase de la operación “Río quiere seguridad y paz” (“O Rio Quer Segurança e Paz”), el ministro de Defensa de Brasil, Raúl Jungmann, anunció el 28 de julio que unos 8.500 efectivos militares se sumarán a los cerca de 1.500 que ya están desplegados en el estado de Río de Janeiro, en un intento por detener la creciente inseguridad.

“Esta operación tiene como objetivo usar la inteligencia para dar con el crimen organizado —con sus cadenas de mando y con sus métodos— para reducir su capacidad operativa y poder atacarla”, dijo Jungmann, según un comunicado de prensa del Ministerio de Defensa.

Sin embargo, Jungmann señaló que, a diferencia de lo que se hizo en 2015, cuando la policía militar de Brasil asumió el control de varias favelas asediadas por la violencia, esta vez el ejército no estará ocupando dichas zonas.

“No haremos ocupaciones como las que tuvimos en Maré”, dijo el ministro de defensa, refiriéndose a la favela Complexo do Maré, donde hubo un despliegue militar en 2014. “Eventualmente podremos tener patrullajes, pero a éstos siempre les seguirán otras operaciones más diversas”.

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El día después del anuncio, al hacer una presentación sobre los resultados de la primera fase de la operación militar, Jungmann reiteró que su estrategia de recopilación de inteligencia será clave para el éxito de la iniciativa.

“Sólo la inteligencia nos permitirá dar golpes al crimen organizado y reducir su capacidad operativa”, dijo Jungmann, según otro comunicado de prensa del Ministerio de Defensa.

Jungmann afirmó también que las nuevas operaciones pretenden evitar los errores del pasado.

“No vamos a repetir la estrategia anterior de permanecer por mucho tiempo haciendo patrullajes. No vamos a ocupar las comunidades”, dijo. “Vamos a continuar con el plan de actuar por sorpresa. No anunciaremos cuándo vamos a empezar o terminar las fases de estas operaciones, aunque quiero decir que ya estamos preparando la siguiente”.

Análisis de InSight Crime

Río de Janeiro ha estado experimentando una disminución significativa en las condiciones de seguridad recientemente. El crimen está aumentando —y de diversas maneras— y las fuerzas de seguridad se esfuerzan por detener la creciente inseguridad. Hay altos niveles de asesinatos de civiles por parte de los policías de Río de Janeiro, y éstos también están siendo asesinados, aunque lo primero es mucho más frecuente que lo segundo. Y esta situación no se ha resuelto con despliegues militarizados como los que se utilizaron durante los Juegos Olímpicos del año pasado y durante la celebración del carnaval de este año, que ponen de manifiesto los impactos de seguridad de la crisis financiera de la ciudad, provocada por la desaceleración económica general en Brasil.

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Pero a pesar de los errores del pasado y de las evidencias en otros lugares de Latinoamérica que demuestran que el aumento de la militarización no logra mejorar la seguridad en el largo plazo, las autoridades de Río han recurrido una vez más a esta estrategia. Cecília Olliveira, periodista de Brasil que se enfoca en temas de seguridad, le dijo a InSight Crime que el hecho de que las autoridades estén recurriendo nuevamente a este tipo de estrategias deficientes “significa claramente” que no existe “un plan estratégico” para hacer frente a la situación de seguridad.

El despliegue del ejército “se está utilizando para controlar las circunstancias inmediatas, pero no las resuelve”, escribió Olliveira en un correo electrónico. “Si ésta fuera una estrategia efectiva, no necesitaríamos al ejército en las calles una vez más”.