En la definición anual de los países que encabezan la producción y el tráfico de estupefacientes, El presidente estadounidense Donald Trump rompió un precedente de décadas al desafiar los esfuerzos antinarcóticos de Colombia, lo que puede complicar la cooperación con uno de los aliados más cercanos de Estados Unidos en la lucha antidrogas en Latinoamérica.
El 13 de septiembre, Trump entregó un memorando al secretario de Estado en el que señalaba que su administración había "considerado seriamente la designación de Colombia como uno de los países que no lograron demostrar el cumplimiento de sus obligaciones en el marco de los acuerdos internacionales antinarcóticos", y citó el "extraordinario crecimiento en el cultivo de coca y la producción de cocaína" registrado en Colombia en años recientes.
Trump decidió no "descertificar" los esfuerzos antinarcóticos de Colombia "porque la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas de Colombia son aliados cercanos de Estados Unidos en el hemisferio occidental en materia de seguridad y orden público, están mejorando sus iniciativas de interdicción y han reanudado algo de erradicación que habían reducido de manera importante a comienzos de 2013".
"Yo, sin embargo, mantendré esta designación... como una opción, y espero que Colombia haga avances importantes para reducir el cultivo de coca y la producción de cocaína", escribió el jefe de Estado en el memo.
El presidente colombiano Juan Manuel Santos respondió a las declaraciones de Trump señalando que "Colombia ha sido la nación que más sangre ha puesto en la lucha antidroga", según recogió El Espectador.
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Como sucedió en años anteriores, Bolivia y Venezuela fueron los únicos países calificados como países de peso en el tráfico y la producción de estupefacientes de los que se determinó que han "demostrado incumplimiento" en su adhesión a las obligaciones antidrogas.
Como es habitual, Latinoamérica y el Caribe dominaron la lista; 17 de los 22 países mencionados se encuentran en la región.
Análisis de InSight Crime
La amenaza de descertificar a Colombia se da sobre el telón de fondo de la acentuación de tensiones entre los gobiernos de Estados Unidos y Colombia por los efectos del histórico acuerdo de paz firmado en 2016 con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Y las declaraciones del presidente estadounidense pueden resultar un obstáculo para la cooperación con Colombia en operaciones antinarcóticos.
"Una bofetada a un aliado que intenta enfrentar el problema. Daño a la relación bilateral más cercana del hemisferio. Craso error", tuiteó Adam Isacson, investigador sénior asociado para la veeduría de la defensa en el centro de pensamiento de la Oficina en Washington para temas de Latinoamérica.
No cabe duda de que Colombia está produciendo más cocaína que nunca antes, pero la idea de que el gobierno no está haciendo suficientes esfuerzos para combatir el tráfico de droga no tiene soporte probatorio. No solo se logró un acuerdo de paz con las FARC —el actor más importante en el tráfico global de drogas— sino que los Urabeños de Colombia, la mayor amenaza del crimen organizado en el país, también ofrecieron su entrega recientemente, luego de que las autoridades asestaran fuertes golpes a la organización.
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Trump ha hecho comentarios públicos igual de hostiles sobre las autoridades en México, otro aliado crucial de Estados Unidos en la lucha contra el narcotráfico en Latinoamérica. El presidente alguna vez tuiteó que los "débiles" esfuerzos de México para ayudar a proteger la frontera estadounidense habían sido de "poca ayuda", y ha tomado el hábito de amenazar con obligar a México a pagar la construcción de un muro a lo largo de la frontera.
Comentarios de ese talante corren el riesgo de afectar la cooperación entre Estados Unidos y sus aliados más importantes en la lucha antinarcóticos, y podrían dificultar a Estados Unidos la lucha contra la epidemia de abuso de narcóticos en casa, que atiza la violencia criminal en toda la región.