Según los informes, el capturado líder del Cartel de Sinaloa, Joaquín "El Chapo" Guzmán, se ha unido a su rival "La Barbie" para organizar una huelga de hambre desde sus celdas de aislamiento, lo que sugiere que el capo no goza del mismo manejo de la prisión que las corruptas autoridades le concedieron durante su última estancia tras las rejas.
Según información publicada en Proceso por la periodista Anabel Hernández -autora del best-seller "Los Señores del Narco"- Joaquín Guzmán Loera, alias "El Chapo", ha organizado a casi 1.000 internos de cinco módulos del penal de máxima seguridad del Altiplano, en el Estado de México, para que dejaran de comer en protesta por presuntas violaciones a sus Derechos Humanos.
Para coordinar la huelga, El Chapo buscó la ayuda de Edgar Valdez Villareal, alias "La Barbie", exlíder de la Organización Beltrán Leyva (OBL), que según Hernández también se encuentra recluido en una celda de aislamiento.
Las denuncias presentadas por los detenidos, quienes presuntamente han estado en huelga desde el 16 de julio, incluyen que no tienen permitido el acceso a los depósitos de sus familias para adquirir implementos de higiene personal, que se les ha negado atención médica, que sus uniformes de prisión no se lavan regularmente, y que sus derechos a las visitas y a las llamadas telefónicas no son respetados.
Análisis de InSight Crime
El Chapo y La Barbie han sido rivales desde que los antiguos aliados del Cartel de Sinaloa y la OBL se dividieron agriamente en 2008. Sin embargo, parece que ningún rencor ha sido suficiente para detener la coordinación de actividades por parte de los dos hombres desde la captura de febrero y posterior encarcelamiento de El Chapo.
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Esta no es la primera vez que La Barbie -que ha estado detenido en el Altiplano desde 2010- ha hecho una espectáculo mediante una huelga de hambre, a pesar de que en su intento en 2011 aparentemente no fue capaz de excluir los alimentos no perecederos de su dieta, y tampoco involucró a otros prisioneros.
La iniciativa actual de los capos de la droga contrasta con la primera estancia de El Chapo en la prisión -que comenzó en 1993- cuando consiguió sobornar prácticamente a todo el personal de la prisión para poder mantener su lujoso estilo de vida, y cuando, según las investigaciones de Hernández, también sobornó a parte del personal para que lo sacara de las instalaciones.
Sin embargo, aunque el Chapo ya no mantiene el poder sobre la cárcel, el hecho de que dos importantes capos de las drogas recluidos en aislamiento hayan encontrado la manera de coordinar una huelga de casi 1.000 presos, es prueba de que todavía son figuras poderosas en la prisión y de que todavía tienen la capacidad de imponerse por encima de las normas y reglamentos.