Una nota información reciente que describe la fragmentación de la producción de heroína en el suroeste de Colombia ha renovado el interés por conocer quién controla el mermado, pero persistente negocio de la heroína en el país.
Clanes familiares y pequeños grupos independientes siguen en control de la producción de heroína en los departamentos de Cauca y Nariño, suroeste de Colombia, según información publicada por El Espectador el 22 de agosto
Estos grupos “se han especializado en el tráfico de pequeñas cantidades que son más fáciles de esconder”, declaró al diario Rymel Arley Estévez Araqu, jefe de la unidad de investigación sobre heroína de la Policía Antinarcóticos. Luego la heroína se introduce ilegalmente a Ecuador por medio del llamado método “antitráfico” antes de embarcarla hacia Estados Unidos.
El precio al por mayor de un kilo de heroína en el mercado estadounidense rondaba por encima de los US$53.000 en 2016, casi el doble de la cocaína, según los datos disponibles más recientes de la Oficina de las Naciones Unidas para la Droga y el Delito (ONUDD). En comparación, un kilo de látex de opio se compra a solo 1,2 millones de pesos colombianos (US$400) a los cultivadores colombianos.
Una fuente que solicitó mantenerse anónima coincidió en que la industria parece fragmentada.
"No hay duda de que el negocio de la heroína está controlado por estructuras criminales pequeñas", le dijo a InSight Crime. "Algunas procesan el látex de opio para convertirlo en morfina, otros la transforman [la morfina] en heroína, y otras más se ocuparán de contrabandearla".
Esto contrasta con información reciente de que la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) ha entrado al negocio de la heroína en el suroeste del país. InSight Crime recibió una alerta de eso a comienzos de 2017 mientras hacia trabajo de campo en la zona; en ese momento se le informó que el ELN planeaba extender su control del cultivo de amapola para opio al proceso de producción de heroína, según información de El Tiempo en agosto de 2017, de que el principal objetivo de las autoridades era ahora Rodrigo Yepes Mejía, alias “Gustavo” o “HH”, comandante de el frente Comuneros del Sur, con 22 hombres, y quien presuntamente está encargado del mercado de heroína en la zona.
"Vamos a impedir el plan de Yepes Mejía de posicionarse como principal poder del negocio de la heroina", declaró a El Tiempo el general José Ángel Mendoza, quien era director de la policía antinarcóticos.
Datos oficiales muestran que Nariño es uno de los dos departamentos productores de opio en Colombia, con un estimado de 300 hectáreas cultivadas en 2016. Junto con las 162 hectáreas de látex de opio que según cálculos están sembradas en el departamento de Cauca, Colombia podría producir cerca de 1,5 toneladas de heroína al año, según indicó El Tiempo. El cultivo de amapola para opio ha caído drásticamente desde comienzos de la década de 2000, cuando estaba en más de 4.000 hectáreas.
Análisis de InSight Crime
La incertidumbre en torno a quién controla el negocio de la heroína en el suroeste de Colombia es resultado de la dificultad de acceso a las áreas de producción y de los importantes cambios criminales que han ocurrido recientemente.
Tradicionalmente, el negocio de la heroína en Colombia ha sido dominio de pequeños clanes traficantes especializados y no de grupos armados o importantes carteles de la droga. Pero existe alguna evidencia de que las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) tuvieron participación en la producción de heroína en Nariño antes de su desmovilización.
Como tales, los presuntos intentos del ELN de controlar el negocio estarían en línea con la tendencia de los guerrilleros de aprovechar la salida de las FARC para fortalecer su presencia y su participación en el negocio de la droga en algunos lugares de Nariño. La fuente mencionada señaló a InSight Crime que el ELN puede estar cobrando un impuesto a los productores independientes de heroína, lo que explicaría parte de la confusión en torno al actual estado de la actividad.
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El tema del negocio de la heroína se ha visto eclipsado en gran parte por el auge de la producción de cocaína y el acuerdo de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
La pregunta de hasta dónde tiene participación el ELN en el negocio de la heroína impactaría los patrones de producción y tráfico. Y podría también tener implicaciones para las negociaciones en el marco de los intermitentes diálogos de paz que sostiene el grupo insurgente con el gobierno colombiano.
* Este artículo se redactó con ayuda del Equipo de InSight Crime Colombia y se actualizó el 29 de agosto para reflejar los avances en el tema.