El Salvador ha anunciado una nueva iniciativa cuyo objetivo es combatir el crimen y la violencia crecientes, con un enfoque más abierto e incluyente, en contraste con las negociaciones secretas con pandillas que eran centrales para las políticas de seguridad de los anteriores gobiernos.
El 29 de septiembre, el presidente de El Salvador, Sánchez Cerén, introdujo al Consejo Nacional de Seguridad Ciudadana y Convivencia (CNSCC), una iniciativa integrada por funcionarios del gobierno y representantes de la Iglesia Católica y el sector privado, informó El País. Este cuerpo recibirá el apoyo de la Organización de Estados Americanos (OEA), la Unión Europea (UE), y las Naciones Unidas (ONU), informó AP.
El concejo debe crear un plan de acción para reducir el crimen y la violencia en El Salvador, donde –según las estadísticas de la policía más recientes- ha habido más de 2.800 homicidios en lo corrido de este año, un incremento del 60 por ciento comparado con el mismo período en 2013, informó El Mundo. Las autoridades afirmaron que la mayoría de estos homicidios -68 por ciento- están conectados con la violencia de pandillas.
Análisis de InSight Crime
El anuncio es el primer indicio de la estrategia del nuevo gobierno para enfrentar la creciente violencia en El Salvador. Como es señalado, viene de la creencia de que una estrategia inclusiva, formada con el aporte de voces externas, llevará a unas mejoras en seguridad más sostenibles.
Los promotores de esta estrategia parecen entender que con el fin de tener éxito, deben evitar algunos de los obstáculos que llevaron al final de la tregua de pandillas de El Salvador en 2012.
Funcionarios del gobierno y un sacerdote ayudaron a forjar la tregua entre las dos principales pandillas del país, la Mara Salvatrucha (MS13) y Barrio 18. La tregua resultó en una caída inmediata en las tasas de homicidios: un año después de que fue negociada, el número de homicidios del país cayó a la mitad. En un punto, incluso se habló de replicar este modelo en otros países plagados con violencia de pandillas, como Honduras.
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Sin embargo, los crecientes niveles de violencia a principios de 2014, la falta de transparencia, y la inhabilidad de hacer que la sociedad civil y los sectores privados crean en la tregua, generan muchas preguntas sobre su efectividad. Para junio, las tasas de homicidios en el país alcanzaron los niveles previos a la tregua, y en agosto un ex ministro de Seguridad dijo a los reporteros que consideraba que la tregua había terminado.