El índice de homicidios en El Salvador arrojó mejorías en la primera mitad de septiembre, con un descenso sostenido en las muertes violentas en los últimos seis meses, aún el país tiene un largo camino por recorrer para llegar a tasas de homicidio acordes con estándares internacionales.

La Policía Nacional Civil (PNC) registró 4.000 homicidios desde el comienzo del año hasta mediados de septiembre; 13,3 por ciento menos que en el mismo periodo de 2015, cuando se registraron 3.386 casos, informó La Prensa Gráfica.

El periódico anunció un promedio de 10,9 homicidios diarios en los primeros 15 días de septiembre, en comparación con el promedio de 15,4 muertes violentas diarias hasta ahora en 2016. El promedio diario de 2016 es inferior al de 2015, año que representó un pico de muertes violentas respecto a 2014, cuyo promedio fue de 10,7 homicidios por día, y de 2013, cuando la tasa se situaba en 6,9 diarios.

El 2016 comenzó estrepitosamente, con los 740 homicidios de enero, que reflejaron una continuación del estado en 2015, de El Salvador como el país más violento del hemisferio occidental. El país tuvo una tasa global de homicidios de 104,2 por 100.000 habitantes en 2015. Sin embargo, desde abril se ha mantenido el descenso en los homicidios.

Las cifras recientes dadas a conocer por la PNC también destacan una variación en la ubicación de los homicidios. De las 4.000 muertes registradas hasta el momento en 2016, el 59,1 por ciento ocurrieron en zonas rurales.

Análisis de InSight Crime

Cualquier reducción de los homicidios es bienvenida en una de las sociedades más violentas de Latinoamérica, y no hay duda alguna de que ha habido menos homicidios. Cómo se logró esa mejora, sin embargo, sigue siendo tema de debate.

El gobierno sostiene que la menor tasa de homicidios es reflejo de las políticas de mano dura contra las violentas pandillas callejeras de El Salvador, y en especial de la Mara Salvatrucha (MS13) y de Barrio 18.

El gobierno instauró medidas de emergencia en las cárceles con el fin de aislar a los cabecillas de las pandillas recluidos en esas instalaciones. El Salvador también envió unidades conjuntas de policía y ejército para perseguir células de pandillas, o clicas, en el campo salvadoreño. El presidente Salvador Sánchez Cerén ha afirmado que estas “medidas extraordinarias han contribuido a que en los últimos meses tengamos una reducción en el número de homicidios”.

Por otro lado, como divulgó El Faro, estas mismas pandillas se han atribuido el crédito de la reducción, alegando que se debió a la orden de los líderes de poner fin a los asesinatos, lo que sucedió a finales de marzo, justo antes de que la tasa de homicidios registrara un pronunciado descenso, de un promedio diario de 19,7 en marzo a uno de 11,8 en abril.

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El visible desplazamiento hacia las zonas rurales puede respaldar la aseveración de las pandillas de que un cese temporal de los enfrentamientos entre MS13 y Barrio 18 es el responsable del mejoramiento de las tasas de homicidios. Por tradición, ambas pandillas han mantenido una enemistad a muerte, y sus guerras por territorio en los barrios urbanos más poblados y de menores ingresos han sido el principal motor de los homicidios en El Salvador.

También ha habido indicios de un incremento en las muertes de pandilleros a manos de las fuerzas de seguridad, muchas veces en enfrentamientos notificados que terminan con una cifra de muertes notablemente inclinada de uno de los lados. No es claro si el aparente descenso de los homicidios entre pandillas es producto de una tregua de facto entre las maras o de la mayor presión de la policía y el ejército.

Sin embargo, aun con la reducción en los homicidios anunciada, El Salvador sigue siendo uno de los países más violentos del mundo. El pequeño país centroamericano tiene un largo camino por recorrer para alcanzar tasas de homicidios cercanas a los estándares internacionales.